lunes, 3 de septiembre de 2007

El síndrome del sonido del tren

Hace unos años me explicaron que existía un síndrome que afectaba a los trabajadores de las vías del tren, que provocaba que luego de un tiempo, ellos dejaran de oir el sonido del tren cuando se acercaba, con el peligro de accidentes que ello podría aparejar. Para evitarlo, solían cambiarlos de lugar, asignándoles otras tareas lejos del sonido del tren, para que perdieran la costumbre y volvieran a escucharlo.

Hoy estaba recordando algunas cosas que ahora me resultan comunes y antes adoraba...se acuerdan cuando las heladerías cerraban en invierno?? El primer helado de primavera, cada año, no era lo más rico que uno había comido en la vida??

Cuántas cosas como esta dejamos de disfrutar en la vida, simplemente porque lo tenemos “a mano”??

Será este “acostumbrarnos” lo que hace fracasar nuestras relaciones?

Tendremos que, como los trabajadores de las vías del tren, alejarnos cada tanto para volver a ver, sentir, oler, oir nuevamente?

O alcanzará con, de vez en cuando, decidirnos nuevamente a mirar, oler, escuchar y sentir nuestra propia vida como si fuera nueva?

Vale la pena intentar...

martes, 5 de junio de 2007

Etiquetando

Cuando yo era chiquita, había muy pocas etiquetas en la vida: las personas eran “chicas” o “grandes” y las cosas estaban “mal” o “bien”.
Después la cosa se empezó a complicar un poco: apareció la diferencia entre “nenas” y “nenes” y entre “ricos” (el que tenía la última muñeca de moda) y “pobres” (todos los demás)...y ahí todo se dio vuelta.
Y ni hablar de cuando empezábamos a creer que los “pobres” eran también “buenos” y los “ricos” eran “malos” (eso nos enseñaba Cenicienta)...en fin...

Con eso crecimos, y en la sociedad de valores trastocados que nos tocó vivir, realmente hay que ser mago para mantenerse “bueno”...menos mal que allí aparecieron los grises y todo dejó de ser solo “blanco” o “negro”. Ahora podemos ser “mas o menos buenos” y somos todos felices.

Hace unos días descubrí cuales eran las etiquetas de moda en estos tiempos: “El Que Recuerda Algún Nombre De Los Miembros De Gran Hermano” y “El Que Recuerda Algún Nombre De Los Miembros De La Primera Junta De Gobierno”. Obviamente, son absolutamente incompatibles, como bien demostró un programa de televisión, que se encargó de encuestar personas por la calle para concluir que el que tenía una etiqueta, indefectiblemente no tenía la otra.
Después de descubrir con horror que estaban en lo cierto, dado que yo también pertenecía a uno de los grupos (me salvó Juan José Paso...), entré en uno de los típicos estados de análisis que me dan cuando me revelo contra lo que tengo frente a mis ojos:
Serán más buenas las personas que recuerdan a J. J. Paso que las que ven Gran Hermano?
Serán más felices?
Que recordarán dentro de 20 años? A Gran Hermano o a Juan José Paso?
Tienen mayor inteligencia emocional?
Serán menos propensos al infarto los que ven Gran Hermano? O al revés?
Engañarán a sus mujeres los hombres que ven Gran Hermano? Y las mujeres?

No podremos volver a nuestra niñez, y solo pensar en querer a los “buenos” y alejarnos de los “malos”?? Era todo tan simple...

Tengo que hacer una confesión: en los ratos de ocio, cuando hago zapping, miro a los Simpson...(ooops...)

sábado, 31 de marzo de 2007

Mujeres independientes

A los veintipico, en la era de la pasión y la locura, mi meta en la vida era clarísima: independencia. En todo sentido.
Obviamente, los valores inculcados por papi y mami (gracias a Dios!!) hacían que hubiera solo una forma de conseguirla: estudiando, obteniendo un título universitario que me permitiera desarrollarme tanto social como profesional y económicamente, para así nunca depender de nadie en la vida para ser feliz.

Como soy terriblemente porfiada, y una vez que estoy convencida de algo nada me desvía de mi meta, así pasé mis veintipico: iba a la facultad de noche, trabajaba, al principio medio día luego día completo, el resto del tiempo estudiaba. Los sábados eran para las reuniones de equipo donde preparábamos los exámenes y/o trabajos prácticos, y los domingos, almuerzo en familia...y siempre quedaba algo más que repasar o preparar para la Facu...

Increíblemente, disfrutaba enormemente todo eso. Tenía un novio con el cual hablábamos por teléfono una vez por día durante la semana, y salíamos los sábados a la noche. A veces compartíamos los domingos pero no siempre...y funcionaba!!
Todos mis conocidos no podían entender como no iba a bailar, no salía en la semana, no me importaba el shopping...pero realmente no me interesaba, estudiar no era un sacrificio, era simplemente lo que tenía que hacer en la vida, y me gustaba!

Por supuesto, una vez que me recibí y comencé a crecer en mi carrera, cada vez mis ideales eran más fuertes y más claros. Eso sí, empecé a disfrutar lo que no había hecho a los veintipico, lo que fue aún mejor: locura y pasión pero con madurez como para disfrutarlo sin arrepentimientos...
Tenía mi independencia y mi carrera...ahora faltaba “completarme” con la parte emocional...y ahí empezaron los problemas!!

Claro, la bendita independencia...también tiene sus bemoles. Independencia es no rendirle cuentas a nadie, no necesitar a nadie, poder pegar un portazo en cualquier momento porque una no depende de nadie...y eso como nos deja parados al formar una pareja?? Y lo peor de todo...por supuesto...elijo hombres independientes!!!!!!!!!!!!!!

Y ahí empezó mi crisis existencial.

Por qué las mujeres que veía como idiotas y dominadas porque se quedaban en la casa mientras el marido salía a trabajar ahora me dan envidia?
Por qué algo que amaba como mi carrera profesional ahora se me viene en contra, porque es tan bueno que no quiero dejarlo, pero ya se me hace una carga terrible?
Donde está el equilibrio?

Maldita independencia...

martes, 27 de marzo de 2007

De sexo y otras yerbas

Reunión de mujeres. Bueno, casi. Seis mujeres y un hombre, intentando poner coherencia sin mucha suerte.

Obviamente, tema central: hombres.
Por qué ya no hay?
Por qué solo quieren sexo?
Por qué después del sexo no llaman?
Por qué no se comprometen a pesar de estar cada vez más cerca del Viagra?
Por qué se asustan si una después del sexo del sábado quiere pasar el domingo en el Tigre...con él??

El punto álgido aquí, y consenso de la mayoría, fue que luego del sexo el género femenino espera una retribución, como si hubiera entregado algo sumamente valioso y a cambio esperara algo de igual valor, como dormir cucharita, o el desayuno en la cama o comer juntos la pasta del domingo
En cambio el sexo fuerte, da por cumplido su afán de conquista en el momento del orgasmo, y por supuesto, eso da por finalizado el intercambio.

Como decía alguien (perdón Myr, no recuerdo a quien citaste): los hombres tienen sexo de la cintura para abajo y las mujeres de la cintura para arriba.

Ahora, si es así, cosa sumamente probable...tanto nos cuesta ser un poco más masculinas al momento del amor? No podríamos recordar que el sexo es tan placentero para nosotras como para ellos, y que no merecemos retribución por ello? Es más, algunos hasta se merecerían el desayuno en la cama, con aplauso y todo, o no?

Supongamos que todo funciona a las mil maravillas, y que conocemos al hombre de nuestra vida: ese que después del sexo nos llama para decirnos que somos lo mejor que le pasó en la vida, nos prepara el desayuno, nos invita a comer los ravioles de la abuela y el domingo nos lleva al Tigre a pasear en lancha...que creen que pasa después de unos meses?
Seguramente, habrá menos sexo, si al día siguiente no llama no importa, lo llamo yo (ah!!! Pero eso está PROHIBIDO en las primeras citas!!!), el Tigre ya es aburrido, los ravioles de la abuela engordan, es mejor ir a ver a Boca, y nos vemos el miércoles porque el lunes tiene fulbito y el martes va a la casa de los viejos...y no es eso lo NORMAL???
Entonces por qué tiramos por la borda una relación porque no es idílica al segundo día si la realidad está lejos del Príncipe azul?

No será que el sexo está sobrevaluado?

Y si intentamos tener sexo de la cintura para abajo, y reservar la parte de arriba para cuando los sentimientos valgan la pena?

Probemos...pero no abusemos, a ver si al masculinizarnos generamos varones que nos lloren por teléfono porque no los llevamos al Tigre...

sábado, 17 de febrero de 2007

Parafraseando a Serrat


Prefiero...

...el calor al frio
...el campo a la ciudad
...el té al café
...los veleros a los aviones
...las bicicletas a los autos
...el chocolate a las verduritas
...el helado al tiramisu
...el asado al sushi
...el mar a la montaña
...la montaña a la oficina
...un libro a la TV
...el soul al rock
...el tango al jazz
...el grito del hornero al sonido del despertador
...una cena con amigos a un par de horas en un boliche
...una peli en la cama al cine, en especial si es acompañada
...una reunión en casa a una salida de bares y copas
...un baño de inmersión a una ducha rápida
...el olor al pasto recién cortado al smog
...desvestirme a vestirme
...la ropa casual a los trajes
...un atardecer en la hamaca paraguaya a una tarde de shopping
y DEFINITIVAMENTE, prefiero vivir a ver pasar la vida!!!

Entonces...

Por que todos los días me despierta un despertador, me doy una ducha rápida, me visto con un traje, salgo en auto hacia la oficina, a tolerar el smog del centro, limito los asados y helados para no engordar, casi no ceno con amigos porque muero de sueño a las 10 de la noche, y solo me tiro en la hamaca paraguaya una vez por mes, y en verano???

Será que estoy viendo pasar la vida??
O será que prefiero no recordar lo que prefiero??

miércoles, 14 de febrero de 2007

Bendito Valentine

Estoy leyendo una nota acerca del amor. La autora intenta encontrar una explicación a través de la física, la química y el psicoanálisis, de las reacciones que sufrimos (o gozamos?) cuando nos enamoramos. Y resulta que aprendí que en el momento en que hasta hoy creía haberme enamorado perdidamente, en realidad eran mis instintos de conservación de la especie que inconscientemente me “empujaban” a hacer todo lo posible para procrear y salvar al ser humano de la extinción...y yo que pensaba que estaba mal eso del sexo en la primera cita!

Ahora bien...sigo leyendo, ansiosa por descubrir si me había convertido en una desalmada por usar preservativos y no estar ocupándome de mi deber de conservación de la especie, amén que el “impulso de conservación” o como quiera se llama a ese deseo irrefrenable de no separarse de la persona amada se extinguió hace rato...y encuentro nuevamente al culpable: se llama oxitocina y, según nuestra fisico-quimica-psicoanilitica escritora, es la hormona que libera el cerebro luego de una relación sexual y hace que uno quiera quedarse junto a la persona amada...aún cuando desaparece el famoso “instinto” que nos hizo olvidar de la racionalidad del no-sexo en la primera cita.

En síntesis: cuando se nos despierta el instinto, liberamos dopamina que nos convierte en una especie de ciegos anulando nuestro pensamiento crítico, y cuando la dopamina se evaporó, nos queda la oxitocina que nos impide salir corriendo en busca de nuevas emociones...

Digo yo...no podrían vender en el supermercado, junto a las bolsas de papas fritas, las dosis de dopamina que necesitamos para seguir toda la vida enamorados? O de oxitocina cuando necesitamos un poco de racionalidad en la vida?

SOCORRO!! Mi oxitocina se está acercando a su fecha de vencimiento!!!