martes, 28 de octubre de 2008

El cuaderno nuevo

Estaba recordando cuando en la escuela primaria nos compraban esos cuadernos de 200 hojas, los Rivadavia de tapa dura. Como los odiaba!!! Llegando a la cuarta parte del cuaderno, aquella prolijidad y empeño con la que había comenzado a escribir las primeras hojas, desaparecía dando lugar a los primeros mamarrachos que terminaban hasta en un salteo intencional de hojas para que el cuaderno se terminara más rápido y poder empezar uno nuevo.

Hablando con un amigo acerca de cómo siempre nos molestan las mismas cosas en el trabajo (y porque no en la vida), nos preguntamos porque tenemos tanta necesidad de cambiar, si sabemos que en otra empresa, con otra gente, o en otro momento de nuestra vida, va a volver a pasar lo mismo…u otra cosa, pero seguramente algo va a dejar de ser color de rosa, y vamos a ver como única salida el considerar nuevos horizontes.

Y quizá sea por la misma sensación que teníamos de chicos: el empezar un cuaderno nuevo era como que renovaba nuestra energía…lo mismo que cuando empieza el año. Nada cambia el 1ro de enero, pero para nosotros arrancó algo nuevo, y es como tener todo el cuaderno en blanco nuevamente para nosotros, con las 365 hojas listas para ser escritas, sin borronear…

Y posiblemente sea el mismo síntoma del cuaderno en blanco lo que nos hace encarar las nuevas relaciones con unas pilas que jamás pondríamos en remontar aquellas que se están desgastando…quizá el mismo peso de tanto liquid paper y tanta hoja casi agujereada de borrones, es una carga tan difícil de llevar que solo vemos posible el seguir adelante si tenemos unas flamantes hojas en blanco para inventar una nueva vida…

Quizá debamos dejar de mirar todo el tiempo las primeras hojas del cuaderno, y aceptar que nuestros mamarrachos de hoy son parte de nuestra vida, y no necesariamente peores que volver a empezar. O considerar que cada hoja es una nueva oportunidad, más allá de que sean 10 o 200 las que nos queden…después de todo…quien lo sabe?

jueves, 16 de octubre de 2008

Elecciones

Feriado. Día nubladísimo, tirando a frio. Noche de zapping. Por ahí cae Caballos Salvajes, y me viene a la mente la frase que dice Alterio en un momento: “El hombre arriesga su vida cada vez que elige, y eso lo hace libre”

No puedo evitar pensar en todas las elecciones de mi vida, como cada vez que escucho esa frase.

No se si fueron buenas o malas, pero en general no me arrepiento. Siempre fui muy visceral y estoy segura que tome las decisiones que en ese momento eran las mejores para mi, y excepto por algunos pendientes que todavía tengo en mi lista con un poco de delay, estoy más que contenta con el camino que seguí…pero….

Siempre existe esa curiosidad de saber que hubiera pasado si…

A veces, situaciones más que pequeñas significan un cambio absolutamente drástico en la vida de uno…y si le decía que si a mi noviecito de los 17 que insistía en casarse conmigo cuando termináramos el colegio? Y si cuando me bocharon en Análisis matemático y empezaron los paros de la UBA en lugar de ponerme aun mas cabeza dura colgaba los botines? Y si no hubiese ido a aquel happy hour de Museo Renault? O a ese cumpleaños?

Todas esas decisiones significaron un montón de cosas buenas y otras no tanto…

Pero hoy pensaba que las decisiones no siempre son acerca de cambiar algo, también decidimos a diario quedarnos donde estamos.

Quedarnos en el trabajo que a veces no nos gusta, quedarnos al lado de alguien aunque a veces queremos matarlo, dejar pasar algo que no nos gustó para seguir apostando a quedarnos…tantas decisiones que ni nos damos cuenta que las tomamos…

Creo que ese tipo de elecciones son las que realmente definen el camino que seguimos, no las que nos hacen torcer el rumbo. Y después de todo, son las más difíciles de tomar…son tantos los atajos que vemos a diario, que mantener el rumbo se hace mucho más difícil que desviarnos del camino.

Tendremos que estar más atentos, y darnos cuenta que decidir no cambiar, es también una elección. Y en esos momentos en los que estamos con alguien porque queremos estar, tener en cuenta que el otro está decidiendo lo mismo…y esa coincidencia diaria es el mejor premio que uno puede esperar por tomar la decisión correcta…

sábado, 11 de octubre de 2008

Yo, tu, el...que seguia?

Nuestra vida en estos tiempos es cada vez más complicada. Nuestros padres trabajaban, de allí a casa, y muchas más obligaciones no había. Pero el concepto moderno de “disfrutar de la vida” que nos inventamos es un sinfín de actividades que empezamos con placer y a veces hasta sin darnos cuenta se nos vuelve obligación.

Entonces esas clases de tenis que nos propusimos como para pasarla bien un rato se convierten en nuestra obligación de los sábados. Y aún protestando porque me hubiese quedado durmiendo la siesta, voy. Y así pasamos los fines de semana: todo lo pendiente de la semana los sábados a la mañana, a la tarde clases de lo que sea, o si es primera-verano, aire libre obligatorio (hasta nos genera cargo de conciencia quedarnos adentro!), a la noche hay que salir, los domingos, o los viejos o el asadito con amigos…y uno arranca el lunes más cansado que el viernes!

El tema es que no nos sobra el tiempo, y son muchas las cosas que queremos hacer en nuestra vida.

Y empezamos a hacer malabares con el tiempo. Hay cosas que no podemos modificar, o al menos no mucho. Entonces eliminamos el tiempo semanal de trabajo, porque no hay otra. Ahí nos quedan menos horas…

Esas horas las tratamos de repartir entre otras obligaciones y lo que nos gusta. Entonces…me sobra un rato el miércoles, aprovecho para ver a mis amigos de la facu y voy al cine: dos placeres en uno, voy ahorrando horas! Los martes y jueves gym, los lunes trato de irme temprano a casa, para descansar del finde…me queda el viernes! Seguro arreglo algo para salir a cenar, cena de chicas…y organizo el fin de semana próximo! Ufff

El problema es que uno va dedicando tiempos…pero nunca renuncia a nada. Y cuando se trata de iniciar una pareja, recuperar una que esta muriendo, conquistar a alguien…usamos la misma fórmula: dedicarle el tiempo que nos sobra.

Y transformamos algo que debería ser prioritario en nuestra vida, porque así lo sentimos cuando nos falta, en una actividad más, a dedicarle el tiempo que nos sobra.

Alguien realmente cree que vamos a tener un cuerpo de deportista con el rato de gimnasio semanal que dedicamos cuando nos sobran tiempo y ganas? Y como se nos ocurre que se puede construir un NOSOTROS, en esas mismas condiciones? Porque no somos capaces de cambiar prioridades, reacomodar nuestra vida, si algo nos importa? Creo que a veces no nos damos cuenta que nos importa, y hasta puede que deje de importarnos, entonces creemos que actuamos bien, y seguimos repitiendo el mismo esquema. Después de todo, la pasamos bien…será que sobrevaluamos el nosotros? Puede ser…

Uy, se me está terminando el finde! Me voy a planificar el próximo!

miércoles, 1 de octubre de 2008

El amor es o se hace?

Llega la primavera y, no se porque razón, uno empieza a querer resucitar cosas, volverlas a la vida: los pantalones blancos (si es que entran…), las florcitas de la maceta que están hechas una tristeza, el color bronceado en reemplazo del verde oficina…todas cosas que olvidamos en el invierno y queremos que vuelvan ahora, asi de fácil, como si no las hubiéramos abandonado.

Mientras miraba una maceta que en algún momento tuvo Rayitos de Sol y ahora es un manojo de yuyos, pensaba cuantas veces le hacemos eso al amor.

Porque el amor no es, se hace. Bueno, sonó a afirmación, y este es un blog de reflexiones. Pero estoy convencida de esto, como de ninguna otra cosa en la vida, especialmente cuando de amor se trata.

Mis papis llevan casi 50 años juntos. Más en realidad. Casi 50 de casados, pero se conocieron de chicos, compartiendo matinés de cine, juegos de carnaval y bailes de disfraces. De chica pensaba que habían sido tocados por alguna varita mágica, y habían tenido la bendición de encontrarse el uno al otro. Cuando con el tiempo me fui dando contra la pared, viendo que la misma varita no estaba en mis genes, ni formaba parte de la herencia familiar, me di cuenta que la fórmula era otra: ellos crearon el amor, no lo recibieron de regalo.

Seguramente algo hubo que hizo que se eligieran, pero todo lo que vino después y yo viví, no fue casualidad: fue trabajo. Del que da placer, pero trabajo al fin. Pasaron 20, 30, 40 años y ellos siguen dejándose cartelitos que dicen Te Amo, se celan como adolescentes, no dejan de hacerse mimos, se acompañan a todos lados…y esa es para mi, la mejor definición del amor.

Y estoy absolutamente segura, de que si no hicieran eso, la pareja no sería la misma.

Y ahí viene la pregunta que no pude resolver: es el amor profundo e inexplicable el que genera esas ganas de trabajar por la pareja, o, como un círculo virtuoso, es ese trabajar lo que hace que se enamoren una y otra vez?

Nos enamoramos de la otra persona o nos enamoramos del amor?

Alguna vez leí que uno se enamora más de la persona que es uno en los ojos del otro que del otro en sí…y puede ser. En ese caso, no es así de fácil la fórmula? Mantener viva la ilusión del amor? Y que pasa cuando el príncipe azul se convierte en Homero Simpson? Como mantenemos vivo el romanticismo?

Ahí estamos en problemas…esto solo funciona de a dos. Y lamentablemente, siempre es más fácil, cuando el carro no tira parejo, abandonarlo y buscar otro con las ruedas aceitadas, que por un tiempo funcione con poco trabajo y muchas ganas. O dejarse llevar por la inercia hasta que el carro se detenga…

Como sea, la paga es más que buena, así que seguiré trabajando. Me faltan todavía muchos años de aporte…