jueves, 18 de septiembre de 2008

Sumando millas

Hay muchas formas de alejarse. Uno puede tomarse un avión y estar a miles de millas, pero aún sentir cerca al otro. O puede vivir bajo el mismo techo y sentirse en otro planeta.

Como es que nos alejamos? Por que? En que momento perdemos la conexión con el otro y nos retiramos tanto que ya no hay avión que nos traiga de vuelta?

Hay veces que la distancia une. EL extrañarse ayuda a regenerar algunos tejidos que en especial la rutina y el tener al otro tan a mano destruyen.

Pero la distancia tiene un límite, que no se mide en millas ni kilómetros, sino en tiempo. Cuantos días, meses, años podemos separarnos del otro, física o emocionalmente, sin que la conexión se pierda y sea irrecuperable? Cuál será el parámetro? Lo intenso de la relación? La fortaleza del cable? La solidez de nuestros sentimientos?

Es sumamente curioso que haya amistades que mantenemos más allá de la distancia, pero casi no hay parejas que lo resistan. Supuestamente el vínculo debería ser más fuerte…

Por las dudas, no juguemos a juntar muchas millas. Probablemente lleguemos a descubrir que no nos llevan a ningún lado…

Politicamente correcto

Los hombres dicen que las mujeres decimos NO cuando queremos decir SI. Y a veces es cierto. Y no siempre un SI es verdaderamente un SI sino un “y…bueno” o un “si no queda otra…”

Aunque de alguna manera ellos tratan de entender los códigos, muchas veces prefieren escuchar el SI y creer que es un SI, cosa que no funciona igual cuando escuchan un NO y esperaban un SI

Y para complicarla aún más, están los “políticamente correctos”: aquellos, sin distinción de género, que solo por evitar el conflicto dicen que SI. Y así terminamos, en algún momento de nuestra vida, escuchando un “las cosas están mal entre nosotros”…y ni cuenta nos habíamos dado!. O aquellos que, por cumplir con un estúpido mandato social dicen que NO, aún muriendo de ganas de decir SI.

Quien puede decir que nunca dijo NO porque “que va a pensar de mi si digo SI?” O que a pesar de tener ganas de compartir mucho más dice NO para no parecer desesperado, o para que no lo gasten los amigos?

Quizá deberíamos dejar lo políticamente correcto para el ámbito laboral y tener el valor de hacer y decir lo que sentimos con las personas que nos importan.

Eso sí, asegurémonos primero que el otro entiende que no hay códigos ocultos,…sino va a terminar pensando que nuestro verdadero SI es un NO…

Es eso, o ir por la vida con un diccionario YO-EL OTRO / EL OTRO-YO, esperando que los demás entiendan el idioma…

lunes, 1 de septiembre de 2008

Seguro contra todo riesgo

Hoy hay seguros para todo. Seguro automotor, hogar, de vida, contra incendio, ART. Tenemos todas las posibilidades para minimizar el riesgo y vivir una vida “asegurada”

Cuando éramos chicos, nosotros, nuestros padres, tomábamos más riesgos. Asumíamos que había cosas que podían pasar y convivíamos con ello. Si nos engripábamos mala suerte, no nos vacunaban contra la gripe ni tomábamos un Actimel al día. Bici sin casco ni rodilleras…y así crecimos, aprendiendo a asumir riesgos, algunos más, otros menos.

Que paradoja que a nivel pareja, nuestro concepto de seguridad sea tan variado.

Comenzamos con la conquista sin hacer ninguna evaluación de riesgo. No importa si se va a quedar un año o treinta, si es mujeriego, jugador, si le gusta demasiado el alcohol…cualquier detalle que podría augurar un posible daño a nuestro corazón, en ese momento ni lo evaluamos.

Pero claro, como pasa con las inversiones, las más riesgosas son las que tienen mayor rentabilidad…o perdemos todo o ganamos mucho. Y como la tentación es grande, por lo general arriesgamos mucho y quedamos con poco. El corazón arruinado, y en algunos casos también el bolsillo.

Si sobrevivimos posiblemente aprendemos algo. Y la próxima vez apostamos a lo seguro…pero ahí viene otro riesgo: cuando la inversión es segura, nos olvidamos que está.

Si aposté en la bolsa, miro todos los días, calculo si me conviene, evalúo el mercado, vuelvo a mirar…en cambio, el plazo fijo está ahí, cuando termina el plazo recibo el interés, poco pero seguro, y ahí lo renuevo, o lo cambio por otra inversión segura. Hasta que llega un corralito y adiós seguridad.

Y con las parejas hacemos lo mismo. Si las sentimos seguras, las dejamos ahí, no nos enteramos que están, se renuevan solitas…hasta que alguien nos tienta con una mejor inversión, pero más riesgosa…y ahí decidimos nuevamente, asumimos el riesgo, nuestra vida se vuelve insegura pero con más sal…y muchas veces terminamos perdiendo todo, aun lo que creíamos seguro.

Parece que el seguro contra todo riesgo solo funciona para los autos. En las parejas, no hay franquicia que alcance…