jueves, 24 de diciembre de 2009

A mi manera

Esta vez no voy a escribir un balance. Si lo hiciera, creo que volvería a relatar casi lo mismo que en el que escribí cuando terminaba el 2008.

Voy a dejar que Frank Sinatra hable por mí, en su canción A mi manera.

Este año viajé por las mismas emociones, recorrí nuevamente los caminos de la dicha, de los desencantos, del amor no correspondido. Y siempre lo hice a mi manera. Por los resultados, no sé si es la mejor manera, pero es mi esencia. No puedo dejar de buscar la felicidad, sin miedos y sabiendo que me voy a golpear. Pero así es. Esa es mi manera

La planificación no me funcionó, en realidad siempre me salió mejor lo no planificado. Posiblemente porque mi planificación en cuestiones de amor nunca coincide con la de los hombres de los cuales me enamoré. Pero siento que hice lo que debía hacer. Es más. Lo que quería hacer. A mi manera…será por eso que arrepentimientos…tengo muy pocos. Demasiado pocos para mencionarlos…

Hubo de esas oportunidades que es imposible dejar escapar. De esas que parecían puestas ahí especialmente para mí. Algunas salieron bien, y en otras, en especial las amorosas, nunca imaginé que estaba mordiendo más de lo que podía masticar. Pero fue así. En algunos casos llegué a ahogarme, y en esto no tuve la valentía de Frank. Me ganó el dolor. Todavía me gana. Me ahogué en llanto. No tuve miedo pero sí dolor. Tampoco dudas. Pero sí puedo decir que intenté todo, enfrenté todo, dije todo sin miedo…eso si…a mi manera…

Amé, reí, lloré, perdí. Pero siempre lo digo. Nunca cambiaría los momentos de felicidad. Así hayan sido de un día o de meses, por el dolor que me hayan causado. Esas felicidades aunque fueran efímeras, son las que suman tanto al balance de mi vida que no me dejan dudas que la única forma de hacer las cosas, sin arrepentimientos, es hacerlas desde muy adentro del alma, apagando el cerebro…y esa es mi manera.

Un hombre no es lo que logró. Si no se ha conseguido a si mismo no tiene nada. Y cuanta certeza hay en esas palabras. En este mundo que te valoran contando tus logros, tus experiencias de vida y no tus sentimientos o tus valores, en las que las palabras sinceras no cuentan, en que los sentimientos se esconden o se camuflan, yo lo hice a mi manera.

Y por eso recibí mil golpes. Y voy a recibir mil más. Porque esa es mi manera.

Y mi manera, me hace feliz.

Quizá no me ayude demasiado a evitar el dolor. Pero me ayuda a que el balance de mi vida, ya sea positivo o negativo, me haga sentir orgullosa de haber hecho todo a mi manera….


http://www.youtube.com/watch?v=Vafrsflot3k

domingo, 13 de diciembre de 2009

Sin Mastercard

Ayer, mientras disfrutaba de una charla con amigas, tirada en el sillón del living del depto de una de ellas, pensaba cuántos de esos momentos me llenan la vida.

Hace poco alguien me hizo pensar en la casualidad (o no) de las elecciones de parejas en mi vida…y resulta que siempre elijo aquellos que saben generar momentos de felicidad. Para ellos, para sus amigos, para sus parejas, para sus hijos…nunca me sentí atraída por quienes viven para generar dinero, o para su trabajo, o por quienes las únicas cosas que los llenan se compran con Mastercard. Es más, mi mayor desilusión era cuando la ambición por lo material hacía que esa persona dejara de disfrutar de la vida día a día.

Posiblemente, gracias a que tuve mucha suerte en la vida, mi trabajo me encanta, vivo exactamente dónde y cómo quiero vivir, las cosas que me hacen feliz pasan por otro lado.

Aunque siempre fui así, aún cuando vivía con mis padres y era feliz yendo todos los fines de semana hasta el río en bicicleta (15 km ida y vuelta) y quedarme tirada horas en el pasto escuchando el ruido del agua…

Hoy recuerdo las cosas que me hicieron feliz últimamente…

…una tarde en la cama, acompañada, conociéndonos, hablando sin parar, disfrutando cada centímetro de las caricias, guardando imágenes en la mente…
…una noche de jueves templada, con amigos, tirados en las reposeras, a la luz de las velas, charlando sin parar, riendo de pavadas, hasta las 2am…
…que una amiga me mande un mensaje diciendo “loca, sabes que te quiero” para hacerme sentir mejor después de mi quincuagésima desilusión amorosa del año…
…organizar una fiesta en casa, paty a la parrilla, música, invitar amigos, y recibir 14 confirmaciones en medio día…
…horas interminables de charlas filosóficas por msn…acortando distancias y sabiendo que no necesitamos el cara a cara para sentirnos cerca…
…divertirme en la oficina tanto que vienen de otras a ver porque tanta risa…
…pasar una noche de sexo y cucharita, con tanto mimo como en una luna de miel, con alguien que hacía años que no veía…y que solo eso alcance…
…ver salir la luna del río…
…tirarme a dormir la siesta en una hamaca paraguaya, o tapada hasta las orejas en la habitación en una tarde fría y lluviosa…
…que los atardeceres esos rojos, que tiñen todo de calidez, me arranquen siempre, pero siempre, una sonrisa…
…un mensajito que dice: viste que hermosa luna?, porque eso significaba que estaba pensando en mi…y solo eso alcanza…
…poner música disco y bailar sola en casa aullando las canciones sin parar…
…sentirme como adolescente dándonos besos en el auto, sin pensar en la hora, perdiendo la noción de lo que pasaba alrededor…

Y podría seguir, años y años para atrás, y siempre recordaría que los momentos felices de mi vida, nada tienen que ver con Mastercard….tampoco todo aquello que me falta para ser feliz…eso tampoco lo puedo comprar…

Lo que más agradezco a la vida, es que lo que más valoro…no tiene precio…

lunes, 7 de diciembre de 2009

Es tan difícil?

Un novelista francés decía que “Es intentando lo imposible como se realiza lo posible”. Pero cuando de amor se trata, el miedo al fracaso nos hace ver todo imposible, y el temor a sufrir nos paraliza hasta no animarnos a intentarlo.

Y empezamos a ver fantasmas, que solo están en nuestra imaginación. Hacemos futurología y ya pensamos que las cosas no van a funcionar antes de intentarlo. Apenas sentimos que la relación da, empezamos a buscar en el otro las características que nos van a hacer fallar.

Y si nos pasó que nos engañaron, vemos en el otro un potencial play boy aunque nos jure que jamás lo fue. Y si nos dejaron de amar, vemos en toda persona un ser superior imposible de amarnos a nosotros.

De esta forma dejamos pasar la vida, porque las personas que cumplen nuestros requisitos no son las que nos gustan, y las que nos gustan nos dan miedo…y así lo imposible sigue siendo eternamente imposible…y lo posible nunca llega.

Es tan difícil volver a las raíces, buscar adentro nuestro y pensar que solo está en nosotros que la persona que nos hizo feliz hoy lo siga haciendo el resto de nuestra vida?

Es tan difícil creer que la felicidad existe donde menos la imaginamos?

Es tan difícil dejar el cerebro de lado, y dejar actuar al corazón, que difícilmente se equivoca?

Es tan difícil ser nosotros mismos y dejar que el otro lo sea, sin pretender ser lo que el otro espera, o lo que es peor, lo que creemos que espera?

Es tan difícil volver a creer, como a los 15, que el amor se construye con el corazón, y no con la razón?

Es tan difícil intentar lo que creemos imposible para poder realizar lo posible?

Debe ser por eso que nos resulta cada vez más difícil ser felices…

sábado, 5 de diciembre de 2009

Me había olvidado...

Es como nos decían de chicos: andar en bicicleta es algo de lo que nunca nos olvidamos. Pero en realidad, lo dejamos dormido en algún lado. La habilidad sigue existiendo, pero la falta de práctica nos pone más torpes al momento de sentarnos nuevamente en la bici, y hasta dejamos dormido el recuerdo de lo placentero que era.

Así como de vez en cuando despierto el recuerdo de la bici, y el cuerpo me recuerda la importancia de la práctica, hace unos días se me despertó por completo el recuerdo de las citas de adolescente.

Con toda la vorágine de los tiempos modernos, en los que todo es relaciones sin compromiso, sexo casual, inicio de una relación sin pensar a donde va a parar, me había olvidado de la sensación de una primera cita como las que teníamos a los 15 años.

Eso de sentarte frente a alguien sin esperar nada y descubrir que el tiempo se escurre en las miradas, que la conversación no termina nunca, que el decir chau nos cuesta tanto como cuando éramos chicos y decíamos “cortá vos”…”no, mejor vos primero…”

Y que no estábamos pensando si va a funcionar o no, ni siquiera pensamos si va a haber piel, si va a ser una aventura o el amor de nuestra vida. Es como en la adolescencia…en esos casos el cerebro sobra.

Me había olvidado lo que era que el mundo desapareciera por un beso, que un beso interminable, solo un beso, fuera suficiente para sentirse de 15 años nuevamente.

Me había olvidado lo que era esperar ansiosa una cita, estar distraída en el trabajo, imaginar el momento en el que las pieles se junten, y rogar que nada, ni un cumpleaños recordado a último momento lo arruine…

Ya no recordaba lo que era sentir en la primera cita, sin tocarnos ni una mano, una química increíble…y aún así pensar únicamente en seguir hablando horas y horas…y tener ganas de mandarle un sms a los 2 minutos de separarnos…

Pero es así…solo faltaba encontrar nuevamente la bicicleta y animarse a subirse y pedalear, solo para sentir el viento en la cara…

viernes, 27 de noviembre de 2009

Los antes y despues de mi vida

En un almuerzo de chicas empezamos a hablar de los antes y después de nuestra vida.

No necesariamente de aquellas cosas que de alguna manera torcían el rumbo de nuestras vidas, sino de todas las pequeñas cosas que marcaban un momento que íbamos a seguir recordando para siempre, o que nos hacía descubrir algo que teníamos escondido, o simplemente vivir esos flashes de felicidad que generan sonrisas cuando los rememoramos…

Y aquí van algunos de los míos…

Antes y después de…

…conocer el formol para el pelo
…descubrir mi pasión por la escritura, el 14 de Febrero de 2007, exactamente el día que comencé a escribir este blog
…tener por primera vez una cámara de fotos en mis manos
…saber que se puede llorar de felicidad por tanto amor
…descubrir lo doloroso que es llorar de amor por no tenerlo
…saber lo que es vibrar en los brazos de alguien
…darme cuenta cuanta falta me hacía él, en el momento que vi por primera vez Roma
…tener que separarme de alguien a pesar de amarlo con locura
…tener un perro
…reencontrarme con alguien que hacía años que no veía y pasar una noche inolvidable
…descubrir que el amor es el mejor cicatrizante que existe
…esa tarde juntos en Punta del Este que hubiese querido que dure mil años
…conocer a mis amigos del alma, y descubrir cuanto me alegran la vida a diario
…ese viaje a Europa que me entrenó todos los músculos de la cara de tanta sonrisa
…que me desilusionaran por primera vez
…descubrir que el miedo a sufrir es más poderoso que el amor
…subirme por primera vez a un barco a vela
…saber que una noche de pasión que termina en dormir cucharita es muy parecida al amor, aunque solo dure una noche
…decidir despertarme con el canto de los pájaros en vez de la bocina del colectivo
…tener mi primer auto
…vivir sola
…descubrir el sexo sin amor
…encontrar nuevamente el rumbo que había perdido
…encontrar a mi alma gemela
…perderla…

Muchos de esos antes y después surgieron de hechos fortuitos, pero muchos fueron producto de decisiones, equivocadas o no, provocaron dolor o felicidad, cambiaron las cosas para bien o para mal..

Pero de una manera u otra es la suma de esos momentos lo que le da forma a nuestra vida…

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Es posible?

Es posible recordar una charla de hace muchos años como si fuera ayer, aun sin recordar las palabras, pero que el sentimiento de conexión perdure?

Es posible que aún pasado el tiempo, esa conexión se mantenga intacta…por años?

Es posible descubrir que alguien posiblemente pasó hace 25 años mil veces por al lado mío y no lo vi? Será que eso deja algo guardado en el subconsciente y aflora al revivirlo?

Es posible hablar horas y horas con alguien a quien viste dos veces, y querer aún más, como si fuera un amigo de toda la vida?

Es posible saber que es solo eso, que nunca va a ser nada más, y pasar una de esas noches en las que uno recuerda que la felicidad está hecha exactamente de esos pequeños momentos?

Es posible que solo el recuerdo de ese momento genere una sonrisa?

Es posible saber que quizá no se repita, y aún así sentirse feliz por haberlo disfrutado?

Es extraño como funcionan nuestros sentimientos y nuestra mente cuando ambos se ponen de acuerdo para ver el vaso medio lleno.

Y seguramente, ese es el secreto: generar tantos momentos de felicidad que casi se parezcan a una felicidad utópicamente eterna…

Solo hay que dejarlo fluir…

Y ahí sí. Es posible.

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lunes, 16 de noviembre de 2009

El cuento del príncipe que creía desteñir

Había una vez un príncipe azul que estaba convencido de que desteñía. Su sufrimiento es que cada vez que encontraba una princesa, veía en sus ojos reflejado un príncipe azul, pero, según él, al tiempo esa mirada mostraba un celeste muy desteñido.

Y una y otra vez el príncipe buscaba princesas en las cuales pudiera verse azul, pero indefectiblemente volvía al celeste.

Hasta que una vez, una bruja le dijo que de lo que él se enamoraba era de su propia imagen en los ojos de las princesas, lo que era muy sencillo, porque eso lo libraba de la obligación de comportarse como un príncipe y de tratar a su amor como una princesa, porque, total, los ojos de su amada, siempre le devolvían su visión de un príncipe azul. Pero llegaba el momento en que se daba cuenta que la princesa no era su princesa adorada, porque ya no se veía azul en sus ojos…y corría a buscar otra princesa que lo viera azul.

Pero un día, la bruja, que en realidad era una princesa encubierta, se topó con el príncipe, y el príncipe se vio en sus ojos más azul que nunca…pero descubrió que veía a la princesa más rosa que nunca, y empezó a sospechar que no estaba viendo su reflejo en los ojos de la princesa, sino que se veía tal cual era: con virtudes y defectos, pero azul al fin. Y entonces descubrió que eso implicaba la obligación de seguir siendo azul, un esfuerzo que nunca había hecho en su vida de príncipe.

Y le pasaban cosas raras. Con esta princesa podía ser él mismo, se sentía tranquilo, pero a la vez aterrorizado de que la princesa deje de verlo azul…porque eso significaría que él dejaba de ser azul…

Y empezó a sentir que las verdaderas princesas son tan buenas como los príncipes, ni más ni menos, y eso le dio más miedo aún, porque no estaba acostumbrado, y no podía entender como él, un príncipe, podía admirar a una princesa, y como una princesa admirada por él pudiera admirarlo a él.

Entonces decidió que no podía tomar ese riesgo, y que prefería seguir amando su imagen reflejada en los ojos de otra que amar de verdad y arriesgarse a sufrir.

Y así es como ambos, príncipe y princesa, siguen buscando a su media naranja en la cual puedan ver reflejado el amor, cualquiera sea el color, y se pasan el tiempo tratando de olvidar los colores más lindos que vieron en su vida…

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El taladro

Congreso de trabajo. Estrategias de marketing, coaching, targeting, segmentación…De pronto, la frase del día: “Cuando uno compra un taladro, en realidad no quiere un taladro, necesita un agujero en la pared”

Cuantas cosas compramos cuando en realidad necesitamos otras? Típico de mujeres, jamás necesitamos ropa, porque si el objetivo fuera vestirnos tenemos con que…pero tenemos que comprar más.

El tema es que olvidamos el objetivo y nos enfocamos en la herramienta.

Para que dos planchitas? Para que el pelo quede bien, con una basta.

Cuatro pares de zapatos negros?

Veintitres anillos? No tenemos solo 10 dedos?

Obvio, esas serían frases estrictamente masculinas, nosotras tenemos la respuesta para todo: las dos planchitas (vos no entendes nada) son porque una es para el flequillo y la otra para el resto del pelo. Los zapatos negros no son todos iguales! Uno tiene taco alto, el otro también pero es taco chino, el otro tiene el dedo afuera y el cuarto…bueno, ya ni me acuerdo como era.

Tendrá algo que ver esta historia con la forma en la que elegimos a nuestras parejas?

Seguramente necesitamos alguien que nos quiera, que sea caballero, que piense en la pareja como una prioridad en su vida…pero compramos al play boy porque nos parece lindo, y el hecho de que no nos tenga en cuenta lo hace más atractivo…y ahí la pifiamos. No nos acordamos que necesitábamos el agujero en la pared y en lugar de un taladro compramos un pincelito nro 2.

O, por el contrario, compramos al buenito porque estábamos convencidas que queríamos a un hombre bueno como papi, y resulta que terminamos con un aburrimiento mortal, porque nuestra vida no es vida sin adrenalina. Ahí sería como comprar el taladro para pintar la pared…

Y obviamente, lo mismo les pasa a ellos. Quieren una pareja estable, pero salen todos los fines de semana a boliches llenos de señoritas que tienen 15 años menos que ellos, y que de pareja estable la única que conocen es la de la Barbie con Ken. Es como salir a comprar un punzón para hacer un agujero en la pared.

O los que dicen querer una pareja estable, y cuando la encuentran y ya la tienen salen a buscar a la inestable. El de los que cuando llegan con el taladro se dan cuenta que el cuadro se colgaba con un clavito y un martillo.

Seguramente muchos de nosotros compramos el taladro porque estaba en oferta, y después no sabemos que hacer con él. O pensábamos que necesitábamos un agujero y en realidad se arreglaba con un clavo.

Lo peor es que la mayoría de las veces, no pensamos en lo que necesitamos cuando buscamos tener a alguien al lado…y posiblemente esa sea la razón por la cual fracasamos una y otra vez…

O simplemente…no sabemos lo que necesitamos para ser felices…

sábado, 31 de octubre de 2009

Vacaciones

Hace un par de días volví de unas vacaciones maravillosas.

Esa sensación de relax que se siente cuando todo el tiempo es para uno, cuando el disfrute es lo único que importa, cuando los horarios no existen excepto que proteste el reloj biológico es incomparable.

Caminar por calles desconocidas, perder la noción del tiempo y de la distancia es algo muy cercano a estar viviendo la vida de otro, no la de uno.

Y eso es lo que hace que todo en mi vida funcione perfecto en las vacaciones. Cuando eran en pareja, todos los problemas se escondían o disolvían en ese momento. Si estaba con amigos, parecía que las diferencias de gustos no existían y todos compartíamos el mismo patrón de diversión. Y aún viajando sola, la sensación de libertad es sublime.

Eso es lo más extraño. La libertad que gozamos en las vacaciones, es la misma que deberíamos gozar a diario, solo con una diferencia de disponibilidad horaria.

Pero no lo hacemos.

Que nos impide divertirnos con cosas banales aunque sea en el trabajo? Quien nos prohíbe conocer lugares nuevos si seguramente hay miles donde vivimos que ni los miramos? Porque dedicamos solo algunas semanas por año a disfrutar a pleno de la vida, y no lo hacemos todo el tiempo?

Y la respuesta es muy simple. De vacaciones, apagamos el cerebro. Olvidamos la mente. Actuamos con el alma, con el corazón. Solo salen nuestras ganas de disfrute. En ese momento, las frustraciones, las responsabilidades, todas aquellas cosas que no nos gustan de nuestra realidad actual parecen pertenecer a otra persona.

Por lo general, usamos las vacaciones para escaparnos. De la rutina, de los problemas, del stress, de las personas que no nos hacen feliz, del entorno que no nos llena…y funciona. Pero solo en el período de escape. O creemos que alejándonos nos podemos encontrar. Y eso sí que no funciona.

Cuando volvemos a la realidad, el choque es mayor. Sabemos lo que es bueno, lo que nos hace felices…pero no aprendemos a vivir de vacaciones. Y cuando volvemos a casa los problemas no se resolvieron solos, nuestro cerebro se vuelve a enchufar, y como acá ni necesitamos adaptador, lo dejamos encendido y ya no lo apagamos más.

Y ahí es cuando nuestra capacidad de disfrute desaparece. Cuando todo se convierte nuevamente en obligaciones. Y nos olvidamos de vacacionar a diario.

Es tan cierto que uno no se encuentra al escaparse, como dice Seminare, que seguramente si pudiéramos olvidar la mente, nuestro corazón diría que sí…

jueves, 24 de septiembre de 2009

Prisiones

Día espléndido de sol, primaveral, de esos que te hacen saltar como resorte de la cama para buscar desesperadamente que un rayito de sol pegue en tu cuerpo después de tantos días de lluvia y frio.

Pienso que lo peor que me podría pasar en la vida es que me priven del sol. Que ese sería mi castigo mayor. El vivir encerrada y no poder sentirlo en la piel.

Increíblemente, hay personas que eligen eso. Que no importa si afuera hay sol, llueve hace frio o calor, prefieren un cuarto oscuro y acondicionado, en una suerte de conexión consigo mismo…o con la televisión o la computadora.

Y entiendo que lo que es una prisión para mí, para ellos es una suerte de útero en el que se sienten contenidos.

Quizá la prisión para ellos sea la compañía constante. O la necesitad de moverse y hacer cosas distintas cada día.

Cuán difícil es cuando dos personas así se encuentran. Porque se disfrutan aquellas cosas que son comunes, pero estar al lado del otro es simplemente una prisión para alguno de ellos. Y a veces nos empecinamos en intentar que el otro disfrute lo que para nosotros es indispensable.

Intentamos sacarlos de su prisión…cuando en realidad no hacemos más que meterlos en una.
Debería funcionar perfectamente bien cuando los dos disfrutan de lo mismo, cuando tienen las mismas prisiones…pero tampoco es tan simple. A veces vemos al otro como la prisión en sí.

Especialmente cuando estamos tan acostumbrados al disfrute de hacer lo que queremos cuando queremos, el hecho de estar pendiente de lo que quiere el otro nos hace sentir atrapados…y tenemos miedo que el otro nos meta en una prisión que no es nuestra, y no tener la llave para salir.

Y la clave está en mantener la llave en nuestro poder. Necesitamos controlar la entrada y salida al paraíso o al purgatorio…entonces no confiamos en que la llave la tenga el otro, tenemos miedo que nos deje encerrados…aunque sea en el paraíso.

Y nos inventamos prisiones que no existen, solo para creer que el decidir por nosotros mismos, o el tener al lado a alguien a quien moldear a nuestras propias libertades nos hace libre.

No tomamos conciencia que no entregarnos al otro nos deja en una efímera sensación de libertad mientras la soledad se adueña de la llave…

Admirando

Cuando tenía cerca de 18 años era una mocosa insolente. Ahora ya no. Lo de mocosa. Lo de insolente lo pulí…pero a veces se me escapa.

Me acuerdo que trabajaba de secretaria en una pyme, y el jefe me pide que lo comunique con un tal Ingeniero NN. Lo busco en la agenda, y la secretaria anterior había escrito un cartel al lado del nombre que decía “DECIR INGENIERO”. No entendí bien que quería decir, entonces llamé, pregunté por el Sr NN, me atiende y me dice, sí, habla el INGENIERO NN, resaltando la palabra ingeniero como si yo hubiera cometido un sacrilegio llamándolo señor.

Y como era terriblemente insolente, mi respuesta fue: “discúlpeme, no quise ser irrespetuosa, solo que considero que ser señor es mucho mas loable que ser ingeniero, porque eso no se aprende en ninguna facultad…buenas tardes ingeniero, lo comunico con…”

Obvio, o el tipo quedó shockeado por la respuesta y no le dijo nada a mi jefe o a mi jefe le divirtió la anécdota, porque no recibí el telegrama de despido…

El punto es que aún hoy, sigo admirando en los demás cosas que los demás no admiran. Quizá se trate de que la admiración para mí, parte de las falencias de cada uno. Entonces yo admiro los que son buenos en cualquier deporte, porque yo no lo soy, los que viven de buen humor y de alguna manera “despreocupados”, al menos según mis cánones de preocupación, los que viven el hoy como si fueran a morir mañana y no necesitan planificar su vida entera como yo…

Y no me importa si son el kiosquero, la chica que trabaja en casa o el presidente de la empresa en la que trabajo.

Mi admiración hacia la gente pasa por otro lado.

Y seguramente es por eso que lo que más admiro en esta vida es a la gente que encontró quien la ame con locura, que supo amar al otro de la misma manera, y lo mantuvo en el tiempo.

Esos son casi Dioses para mí, ejemplos a seguir, quizá porque es lo que me resulta más difícil en esta vida. Es lo que no podes aprender en ningún libro ni de Bucay, ni en la Biblia, ni en el Blog de turno.

Hay muchas teorías acerca de amar y ser amado, pero ya lograrlo, y mantenerlo en el tiempo, es lo único que considero un desafío tal que las veces que lo he logrado, al menos por un tiempo efímero, es ahí cuando me siento invencible. El hecho de hacer feliz a alguien, no se puede igualar a ningún otro logro en la vida.

Lo extraño es que la gente siga considerando exitoso a un hombre que tuvo muchos logros económicos o profesionales pero no es feliz. Ni supo hacer feliz a nadie.

Para todo lo demás, basta una habilidad genética, una buena universidad, y un poco de suerte…todo mucho más fácil de conseguir que el esfuerzo de amar tanto a alguien que puedas ser feliz simplemente haciendo feliz al otro…

domingo, 13 de septiembre de 2009

Tormentas

Freddie se preguntaba si existían las tormentas de amor. Dado que hay tormentas de granizo, de viento, de ira, de ideas, de ánimo…porque no de amor?

Y así me las imagino.

Las tormentas de verano, que son las que llegan de golpe, inesperadas, nos encuentran sin paraguas, sin un techo…terminamos empapados, pero se van rápido, sin demasiado daño y finalmente nos dejan un arco iris en el alma, tan lindo que queremos que se repita. Me recuerdan a ciertos amores que no eran lo mismo sin esas tormentas esporádicas, aquellos con los que necesitaba un sacudón de vez en cuando para volver a sentir lo lindo que era que salga el arco iris.

Las tormentas tropicales, de esas que sabemos que todos los días a las 5 de la tarde generan un chubasco, las vemos venir. Son tan predecibles que nos dejan tranquilos, disfrutamos todo el día, a las 5 abrimos el paraguas un rato, pasan..y vuelven al día siguiente. Son esos amores que se vuelven tan predecibles que nos aburrimos, o ya ni nos acordamos que el otro está. O en espíritus menos inquietos, son los que duran toda la vida.

Las tormentas de invierno. Esas que duran demasiado, que nos generan un frío que no lo calma ninguna calefacción , y que rogamos que terminen y no vuelvan más. Pero no las podemos evitar. Amores tormentosos, sin arco iris, que ya no vuelven jamás a compararse con el día de verano que seguramente era en un principio.

Y finalmente están los huracanes. Empiezan con un día de sol radiante, con una calma espectacular y terminan destruyendo todo.

Amo los climas tropicales, debe ser por eso que soy tan propensa a las tormentas y huracanes. Y así como no nos explicamos como hay gente que vive en zona de huracanes y acepta que su casa se destruya cada tanto, así me siento yo con los amores.

Con tal de vivir el calor y la calma que la precede, acepto que de vez en cuando las tormentas me destruyan el corazón. Y no puedo vivir con la tormenta tropical que se cuando viene, ni con las de invierno que me dejan el alma desolada, ni con las tormentas de verano que terminan demasiado rápido.

Soy capaz de tolerar un huracán de vez en cuando si eso me permite disfrutar del clima tropical. Y no cambio la calma que precede a la tormenta por nada en el mundo. Los amores que son tan fuertes como para generar un huracán son los que más añoro en la vida, a pesar de que son los que más heridas me dejaron en el alma…

domingo, 6 de septiembre de 2009

Discapacidades

Supuestamente, parte de nuestra evolución como personas debería ser el superarnos, en todo sentido. Aprender más, ser más capaces. Más capaces de entender, más capaces de no equivocarnos, más capaces de progresar profesional y económicamente.

Eso es lo que la sociedad espera de nosotros. Y lo que aprendimos, como parte de nuestra superación, es que ese debería ser el foco de nuestra vida para lograr el éxito y la felicidad.

Y no importa cuánto progresemos en la vida, lo importante es que lo hagamos, en algún aspecto al menos.

Pero en esa vorágine de crecer, cada capacidad nueva que adquirimos, nos genera alguna discapacidad asociada.

Parece como si no pudiéramos con todo, a pesar de creer que sí, entonces cuanto más exigimos a nuestro cerebro más dormimos al alma.

Excepto esos seres superiores que ya nacen sabiendo hacer ambas cosas a la vez, la mayor parte de los mortales, no lo logramos.

Y ahí es cuando nuestro cerebro empieza a pesar tanto en nuestra toma de decisiones que dejamos de ser espontáneos. Todo genera un aluvión de pensamientos, análisis, especulaciones.

Dejamos de entregarnos. Perdemos la capacidad de amar sin condiciones. Sin pensar en el futuro. Sin planificar. Sin desconectar nuestro cerebro para dejar simplemente actuar al corazón como sabe hacerlo: inconscientemente.

Pasamos a ser personas absolutamente capaces a nivel profesional convertidas en incapaces emocionales.

La lucha que generamos entre el cerebro y el alma, la necesidad de no equivocarse, el hambre de éxito a todo nivel, la poca tolerancia al fracaso, nos provoca exactamente el efecto contrario: nos equivocamos, fracasamos, no podemos usar ni un poco de esa inteligencia para considerar que es también un acto de inteligencia saber apagar el cerebro a tiempo.

La parte positiva, es que las discapacidades se pueden mejorar. Y siempre es mejor reaccionar a tiempo para volver a encontrar esa capacidad de amar, que de hecho nos viene de fábrica, pero aprendemos a perderla ante el primer fracaso.

Lo que no podemos evitar es seguir cargando con una incapacidad.

Cuando siendo tan capaces para todo nos convertimos en incapaces de amar, generamos una burbuja alrededor nuestro para que todo lo demás lo tape y no se note.

Y el momento crucial en el cual pasamos de la discapacidad a la incapacidad, es cuando nos resignamos a dejar de amar…

viernes, 7 de agosto de 2009

Etapas

Negación. Odio. Negociación. Depresión. Aceptación. Las 5 etapas que describen en psicología como proceso de duelo.

Seguramente todos en algún momento las vivimos. Tanto cuando perdemos físicamente a un ser querido o cuando se termina el amor. Al otro, no a una. Y como soy enamoradiza, las he vivido varias veces en mi vida

A veces pasan tan rápido que ni me di cuenta. Me dura una semana. O se cortan en el odio y me salteo las de negociación y depresión porque ya no me interesa.

Y hay veces que me quedo eternamente en la negación. Pero mirando en perspectiva, siempre hay poquito de cada una.

Empiezo la negación: está confundido. No se dio cuenta de lo que tiene al lado. Mañana se arrepiente y llama. (ego intacto por ahora). Al otro día no llama…ni al otro…

Odio: que se cree este tarado?? Hay cientos de tipos que morirían por estar conmigo, no se da cuenta?? Y sigue sin llamar…(acá el ego sufre el primer raspón)

Negociación: y si mejor lo llamo? Por ahí, hablando se arreglan las cosas…y si fui demasiado, digamos, molesta con él? Después de todo mi ex me lo decía…y el anterior también…(ya a esta altura mi ego tiene un bollito de cada lado, y de los que no arregla un sacabollos). Entonces llamo yo. Pero no me responde la llamada. O si la responde, no acepta la menor propuesta por más deshonesta que sea…

Depresión: llanto a la mañana, a la noche, en mitad del día porque pasé por ese bar al que íbamos juntos, o porque en una reunión con clientes uno se llama igual que él…y ya parezco la protagonista de la peor novela mexicana. Y siempre soy la buena, la que llora más. (mi ego? Destruido…no quedaron ni los pedacitos…)

Aceptación: esta etapa, si alguna vez llega, seguramente provoca dos reacciones: o me hago amiga y termino hasta elogiando a su nueva novia, o corto por lo sano y elimino todo contacto. Pero eso siempre es lo más difícil, en especial con las personas que quise mucho…es como que da pena enterrar todo. Pero a veces es la única forma de aceptarlo.

El problema mayor en las rupturas de pareja es que el otro por lo general también pasa por las mismas etapas, solo que en otro momento. Entonces cuando yo estoy en la negación él está en la depresión, entonces cada vez entiendo menos y no cambio de etapa. O yo ya voy por la aceptación, y cuando arranca con la negociación me tira las convicciones al diablo…

Y ni contarles cuando una vez superada la aceptación, reaparecen. Ahí es como que los 5 pasos, son hacia atrás…entonces de aceptarlo paso a deprimirme porque no fue, de allí intento negociar nuevamente a ver si puedo cambiar lo que ya acepté que nunca cambiaría, lo odio cuando no cambia, y me niego a considerar que me volví a equivocar…y vuelve a empezar el ciclo.

Y lo peor es que los ciclos de disfrute son cada vez más cortos, y los de duelo más largos.

Yo agregaría a la lista otra etapa: confusión…esa es la que más me dura siempre…casi la vida entera…

domingo, 19 de julio de 2009

Al alcance de la mano

Yo se que siempre está ahí. En las buenas y en las malas.

Que estuvo cuando las cosas estaban muy mal para mí y necesitaba un abrazo.

Está cuando estoy feliz, y tengo ganas de salir, correr, volar…y me acompaña.

Sé que no importa de qué magnitud es lo que me preocupa, es el problema más grande del mundo. Porque a mí me preocupa.

Está para acompañarme con una coca, un baileys, o para tomarse todo el Amarulla de mi heladera.

Sé que no me aburro. Ni se aburre conmigo. Aunque sea una cena lloriqueando, una noche de parranda en grupete, o tomar sol sin hablarnos y escuchando música, aunque no compartamos del todo los gustos.

Disfrutamos una tarde cantando a los gritos abrazados por la calle, sin importar que la gente mirara.

Nos emocionamos. Por una tontería. O por varias…pero que en ese momento eran lo más lindo que nos pasaba. O que le pasaba a alguno de los dos

Compartimos confidencias. Nos contamos cosas que jamás le hubiésemos contado a otro.

Sabe cuando estoy mal, y a pesar de conocer mi testarudez, insiste hasta que me saca de donde esté, y me hace sentir mejor.

Así es cada uno de mis amigos.

Algunos lo son hace más de 20 años, otros un poco menos, y alguno más reciente pero que llegó para quedarse.

Con alguno estuvimos perdidos y nos reencontramos.

Con otro nos redescubrimos.

Alguno es un “amigo con privilegios”, algún otro fue alguna vez algo más que mi amigo, y otros son mis hermanos del alma…

Y a todos los une la característica de ser amigos de fierro.

Y eso explica el porqué cuando uno tiene buenos amigos, aprende a serlo también, y esas amistades duran toda la vida.

Ellos entienden si no tengo ganas de salir, si desaparezco un tiempo porque me enamoré, si los llamo llorando por alguien y al otro día eufórica porque al fin llamó, si tengo días de no moverme de la cama y otros de no parar un minuto…y para cualquiera de esos casos…siempre están!!

Me torturan cuando no logro sacarme a alguien de la cabeza, me recuerdan lo que ya no quiero recordar, son crueles cuando deben serlo, y se callan cuando saben que no es momento de decir lo que no quiero escuchar.

Y sé que nunca voy a tener que elegir entre una pareja y ellos. Porque sé que van a estar igual.

Porque sé que no importa a quién tenga al lado, no importa si ya no salgo con ellos todos los fines de semana, no importa si no les simpatiza…van a estar ahí.

Y por eso no los cambio por nada en la vida…

No importa cuántos desengaños amorosos tenga, cuantas veces fracase en la vida, yo lo voy a volver a intentar porque sé que ellos, siempre, van a estar ahí para ayudarme a superarlo.

lunes, 13 de julio de 2009

Mas que suficiente

No es suficiente un adiós cuando uno no quiere despedirse
No alcanzan cien “te quiero” si mientras tanto te mienten
No es suficiente un “no va más” cuando lo dice el otro
No son suficientes mil brazos cuando sólo querés esos dos
No alcanzan mil perdones cuando te lastimaron demasiado
No alcanza una llama para encender un fuego cuando el dolor ya barrió las cenizas
No son suficientes cientos de “te amo” si los dice la boca equivocada
No alcanza plantarse y decir basta cuando el corazón no quiere
No son suficientes tantas noches de aturdimiento para olvidar ciertos amores
No alcanza con arrepentirse cuando no hay vuelta atrás
No alcanzan las mil y una noches buscando una solución cuando no la hay

Sin embargo…
Alcanzaba un perdón a tiempo si todo volvía a como era antes
Era suficiente un “te quiero” si de verdad se sentía
Alcanzaban esos dos brazos para ser feliz, si lo hubiésemos visto a tiempo
Alcanzaba un “te amo” para que todo fuera diferente
Era suficiente con parar de correr a tiempo para descubrir al que caminaba a nuestro lado
Alcanzaba con un poco más de amor para encontrar la solución
Era suficiente con abrir un poco más los ojos para darse cuenta que el fuego así se iba a apagar

Alcanzaba con lo que teníamos

Fue solamente que no alcanzamos a darnos cuenta que lo que teníamos era más que suficiente…

martes, 7 de julio de 2009

Quiero lo que quiero

Cuando uno supera los 30 debe tener un poco más claro lo que quiere para uno y no andar esperando coincidir con el otro”. Fue un comentario a una nota de mi blog.

Carlos, el comentarista, fue bastante categórico. Y como nunca me doy el lujo de pasar por alto un comentario, porque siempre la vista desde el otro lado del mostrador aporta, me puse a pensar si es realmente cierto, o fue solo la percepción de Carlos, o lo que di a entender en mi post.

Siempre creí saber lo que quería, y mucho más en lo que a relaciones de pareja se refiere.

Es más. Siempre me moví por metas en la vida. No puedo ir hacia adelante si no sé hacia donde voy. Aunque tanto Schedule sobre la mesa me juegue en contra.

Siempre supe que quería ser una mujer independiente. Y lo soy.

Sé que quiero disfrutar de la vida, y que cada vez que caigo, busco fuerzas para levantarme. Y sé que quiero seguir cayendo para seguir levantándome.

Sé que quiero a mis amigos, se que quiero conservar la amistad por sobre todas las cosas, y de hecho, tengo amigos de hace 20, 15, 10 años…y sigo teniendo la bendición de conservarlos, quererlos, y que me quieran y de encontrar nuevos en el camino.

Sé que quiero enamorarme, y quiero que ese amor dure, porque no hay nada que complete más mi vida que vivir enamorada. Sé que se puede, y hago lo que está a mi alcance para que así sea.

Sé que quiero tener más tiempo libre…y ese es un desafío pendiente. Pero sé que lo voy a lograr

Sé que quiero una familia, y sé que la familia empieza siendo dos…y puede que solo seamos dos, y también sería una familia.

Y sé que voy a seguir esperando coincidir con el otro. Y eso no significa que no sé lo que quiero. Significa que creo que la coincidencia es la base del amor.

Pero también sé que por más que sepa lo que quiero, posiblemente esté buscando en los lugares equivocados, en las personas equivocadas, en los momentos equivocados o dando las señales equivocadas…o simplemente falta esa coincidencia, que algún día voy a volver a encontrar, y voy a aprender a conservar.

Carlos también decía, “cuando el partido ya se está jugando en el minuto 40 del segundo tiempo, uno ya tiene que saber cómo va a resultar. Uno ya tiene que tener en claro donde tiene parado sus jugadores, y cómo está jugando el rival...Si en el minuto 40 del segundo tiempo no entendés cómo se juega el partido, es probable que lo termines perdiendo”.

Y seguramente no entendí nada. Pero sé que quiero un jogo bonito. Y lo importante es cuanto disfruté en la cancha.

Porque al final del juego ya poco importa quién ganó o perdió…

domingo, 5 de julio de 2009

Medias tintas

Hace unos días alguien me dijo que yo no parecía sentirme cómoda en la informalidad. Me llevó un par de días entender su definición de “informalidad”, o al menos cual era mi traducción. Y me dí cuenta que con lo que no me siento cómoda es con los puntos medios.

Tuve relaciones que eran solo sexo. Y funcionaron divinamente bien. Y otras que eran amor, o enamoramiento, o ambos, y en las cuales el sexo era aún mejor. Y también funcionaron bien.

El punto es que con lo que no puedo lidiar es con los intermedios que no se definen. Y si a eso se refería cuando hablaba de informalidad, estamos totalmente de acuerdo.

No puedo con las relaciones que a veces son solo cama y a veces son mimos, caricias, desayuno juntos, cucharita, reuniones con amigos…y después desaparecer una semana. Necesito que las reglas del juego estén bien definidas. Y si el juego es “solo cama” genial. Y si es “intentemos a ver que pasa”, también.

El problema es que tengo la costumbre de dejar fluir las relaciones. No las encaro pensando en ponerles una etiqueta. Hago lo que me sale, y por lo general lo que me sale tiene mucho que ver con lo que el otro tiene ganas de generar.

Entonces las relaciones mutan. Y ahí aparecen sentimientos, autopresiones, miedos, temor a las expectativas del otro, a no poder cumplirlas o a no querer…y empieza a jugar la especulación de si es el momento adecuado o no, de no querer ceder algo para intentar algo nuevo…y cuando se meten tantas variables en algo que simplemente fluía, definitivamente el cauce se interrumpe, y lo que funcionaba bien deja de hacerlo. Al menos para mí.

Porque ya no es ni una cosa ni la otra. Y hay una tonelada de grises bien definidos entre una relación “formal” y una de “solo sexo”. Pero como sea, nunca debería dejar de ser una relación de dos para ser un híbrido manejado unilateralmente. Porque sincronizar ganas es muy difícil cuando ambos no van por el mismo cauce. Y jugarse a intentar dejarlo fluir sin ponerle trabas y ver hacia donde va, suele generar un pánico mayúsculo.

Las cosas a medias rara vez llegan a buen puerto. Y como decía un amigo…las medias son para los pies…

domingo, 28 de junio de 2009

Haciendo limpieza

Nunca fui buena para los quehaceres del hogar. De chica porque mami me malcriaba bastante y de grande porque siempre encontré en quien tercerizarlos.

Así es como soy, en esto y otras cosas, una mujer atípica: no sé cocinar, no tengo idea de cómo Marisela mantiene impecable el baño, y prefiero ponerme a cambiar lamparitas o arreglar el depósito del baño que pierde antes que lavar los platos.

Lo que acabo de descubrir es que con los sentimientos me pasa lo mismo. No logro mantener el orden, y mucho menos la limpieza.

Entonces, tanto en mi corazón como en casa, acumulo cosas que no sirven, y nunca me dan ganas de agarrar el Cif y ponerme los guantes. Así es como guardo papeles y sentimientos que debería desechar, conservo celulares viejos y relaciones que no funcionan, mantengo en una cajita lapiceras sin tinta y esperanzas sin sentido que no me animo a destruir…

Y estoy descubriendo que es muy difícil empezar de nuevo con todo ese desorden . No hay lugar para nuevas relaciones, esperanzas renovadas ni sentimientos que valgan la pena…

Pero se requiere de mucha fuerza de voluntad. Uno se aferra a lo conocido, no importa si sirve o no, y se hace difícil descartar las cosas que tan buenos recuerdos nos traen.

Además, hay que tener el valor de enfrentarlos, aceptar que hay que dejarlos de lado, reconocer la derrota, hacer lugar en el alma y el corazón…y empezar de nuevo

Y esa ardua tarea no se puede tercerizar.

Alguien tendrá el número de Mr Músculo?

domingo, 21 de junio de 2009

Extraño

Extraño sus abrazos en el supermercado, porque sí, porque lo sentía y lo hacía
Extraño cuando me buscaba en la cama, dormido, cada vez que me despegaba un poquito y que no parara hasta encontrar al menos el contacto de mi pie
Extraño hacer locuras como desviarnos a un telo cuando íbamos a la cancha y llegar tarde pero felices
Extraño su propuesta de caminar bajo la lluvia, solo porque él quería hacer algo para que se me pasara la angustia por un mal día en el trabajo
Extraño los huequitos que se le hacen en la espalda
Extraño los desayunos dignos de hotel 5 estrellas. Extraño que me den ganas de prepararlos
Extraño que mirar una peli sea abrazarnos hechos uno en el sillón del living
Extraño dormirme sintiendo el perfume de su piel
Extraño los te amo antes de dormir
Extraño los te adoro cuando hacíamos el amor
Extraño las discusiones acaloradas por temas de política, que terminaban en admiración mutua
Extraño escucharlo hablar con orgullo de su trabajo, y sentirme orgullosa de estar a su lado
Extraño las charlas interminables hasta que quedábamos solos en el restaurante
Extraño acompañarlo a la cancha, a ver lo que sea
Extraño cuando me hacía pata yendo a comprar tonterías al Tigre. Aunque lo odiara
Extraño extrañarlo, pero saber que está
Extraño que me extrañe. Extraño correr a sus brazos cuando me lo dice
Extraño las siestas
Extraño sentir que me pierdo en sus ojos
Extraño bailar rodeados de gente y sentir que el mundo desaparece
Extraño mirarnos a los ojos y saber que lo único que queremos es que los invitados se vayan para estar al fin solos
Extraño que cocinemos juntos. Extraño que se nos queme la comida y no nos importe
Extraño sentir que muero de amor cuando lo miro
Extraño que planifiquemos un baño de inmersión y terminemos inundando la habitación porque nos distrajimos
Extraño que paremos el ascensor entre pisos. Y que nos equivoquemos de piso al bajar
Extraño que nos alcance dormir 4 hs y al otro día estemos cansados pero con ganas de repetirlo
Extraño cuando sentíamos que nada en el mundo nos iba a separar
Extraño su risa
Extraño cuando no me dejaba levantar nada pesado, o encendía la calefacción de mi auto un rato antes que subiera para que no tuviera frio
Extraño sus poemas por mail que me hacían empezar con una sonrisa mi jornada laboral
Extraño su llamada a la mañana para ver como empezaba mi día
Extraño su beso de buenas noches, real o por sms si no estábamos juntos
Extraño odiar un viaje de trabajo porque me alejaba de él
Extraño tener ganas de verlo nuevamente a la media hora que se fue
Extraño que no pueda estar mucho tiempo sin verme
Extraño que no podamos resistir estar cerca sin besarnos
Extraño que me mire y entienda mi mirada

Tuve la dicha de tener todo esto en mi vida

No extraño a UN hombre. Extraño a todos los que amé

Extraño al amor…

sábado, 20 de junio de 2009

Las mariposas y el Raid

Cuando era chica había miles de mariposas. Recuerdo el jardín de la casa de mis padres, siempre en primavera se llenaba de mariposas de colores, y era un placer verlas: porque representaban la llegada de mi estación favorita y porque por alguna extraña razón me transmitían una sensación muy placentera, un olorcito a amor y libertad.

Con el tiempo (en esa época no había Animal Planet) me enteré que su vida era muy efímera…eso me daba tristeza pero aún así pensaba que esa era la causa de su belleza y su revoloteo, como que se apuraban a vivir la vida plenamente…y esa era la imagen que siempre representaba en mi mente el vuelo de una mariposa.

Hasta que empecé a sentirlas en la panza, cuando me enamoré por primera vez. Ahí tuvo sentido todo lo que percibía cuando las veía: la sensación de alegría, belleza, libertad…y también la noción de lo efímero.

Pese a todo, no importa cuantas mariposas había en mi panza, yo me encargaba de mantenerlas bien alimentadas, para que estuvieran saludables y revolotearan por más tiempo.
Lamentablemente, muchas veces el que me provocaba las maripositas, a pesar de todos mis cuidados, se encargaba de echarles Raid a rabiar…y así mataba mis mariposas y las que se atrevían a asomarse en la panza de él…porque la sensación es linda, pero alimentarlas cuesta y cuando se mueren duele. Entonces mejor que no aparezcan.

Otras veces las mariposas se me han contagiado. El hecho de que aparezcan primero en la panza del otro las hace sumamente contagiosas…no hay nada más adorable que un hombre enamorado…entonces, cuando esperaba que todo sea solo una aventura…me termino enamorando…pero parece que a veces las mariposas no alcanzan para los dos, entonces apenas migran a mi panza desaparecen de la original

La realidad hoy, es que tanto Raid propio y ajeno, tanta escasez de mariposas dando vuelta por ahí, están matando toda posibilidad de que algo nazca…y sigo coleccionando orugas que nunca evolucionan

Y cada vez se van menos mariposas, tanto en los jardines como dentro de mi panza…o será que están todas juntas, en algún lugar libre de Raid, esperando que las encuentre?

Por las dudas, ya me asocié a Greenpeace…

martes, 9 de junio de 2009

Historias de novela

Hace poco me contaron una historia más que romántica, verdadera, contada por su protagonista, una señora que ya ha pasado los 60 y vive en un hotel que fundó en un pueblito de Jujuy.

La historia es más o menos así: Ana vivía en Belgrano y solía viajar a Jujuy todos los años porque tenía familiares allí y sus padres algunos negocios que atender. Así pasó su infancia, adolescencia y no tanto, disfrutando juegos, y luego charlas y mate con Tito. Los veranos pasaron, se fueron enamorando…pero además de la distancia, Tito tenía un problema: no quería casarse. Estaba absolutamente decidido. Ana intentó esperar un cambio de opinión, o algo que demostrara que “el amor es más fuerte” pero no hubo caso. Decidió un día dejar ir a Tito, y no volvió a Jujuy.

Al tiempo Ana se casó, tuvo 2 hijas, se separó...y un día estando triste, una amiga le regala un Buda y le dice pedile lo que quieras! Y Ana le pide al Buda: “mirá más vale que me traigas al amor de mi vida, porque ya me estoy cansando de estar sola!”

Mientras tanto Tito, soltero, fiel a sus principios, va a comprar un auto a una concesionaria en Jujuy y cuando están en medio del tramiterío ve que el auto había pertenecido al tío de Ana. Se le remueven los recuerdos, y empieza a buscar a Ana por todos lados….hasta que consigue su número de teléfono en Buenos Aires.

Sin saber si Ana estaba casada, soltera, viuda o si todavía vivía, la llama. Al día siguiente del pedido de Ana al Buda.

Se vuelven a ver, se vuelven a enamorar, mantienen una relación de Jujuy a Buenos Aires por unos meses, hasta que Ana recibe de Jujuy una llamada, en la que le dicen que Tito está muy mal, internado en terapia intensiva.

Ana vuela a Jujuy, y Tito, en el lecho del hospital (les juro, es verdad!!!)…le propone casamiento!
Se casan, ahí, en el hospital. Tito se repone, y viven juntos en Jujuy hasta que Tito muere 15 años después.

Esas historias suelen ser de novela. Una no espera que los hombres cambien, ni siquiera 20 años después. Entonces prefiere dejarlos ser y ceder en lo que se pueda…o dejarlos ir.

Ana eligió dejarlo ir. Pero Tito, en su corazón, nunca la dejó ir.

Habrán pensado en algún momento, que hubiera pasado si lo intentaban antes? Se habrá arrepentido Tito de los 20 años perdidos? Se habrá planteado Ana que hubiera pasado si ella lo esperaba, al menos unos años más?

Es cierto que es muy difícil tener siempre la suerte de enamorarse en el momento justo de ambos. O la paciencia para esperar que sea el momento adecuado del otro.

Pero cuantas oportunidades dejamos pasar en nuestra vida? Están las que la vida nos recrimina en algún momento, haciéndonos notar el error y dándonos la oportunidad de repararlas.
Pero están las otras, las que nunca nos enteramos lo que perdimos. O al menos, no nos enteramos a tiempo…

Conocen alguna fábrica de Budas abierta las 24 hs??

miércoles, 27 de mayo de 2009

Rewind

Fin de semana largo, que pintaba movidito. Noche del viernes para el recuerdo…sábado amaneciendo muerta, con la típica y extraña combinación de ojeras y sonrisa. Aprovechar el día a full, y salida a la noche con amigos: cena en Palermo, pub por el otro Palermo, boliche en Cañitas, rotation por San Isidro…noche que termina casi de día. Como a los veinti…

Domingo que decido quedarme en casa; uno puede intentar comportarse como de 20 años menos pero el cuerpo se da cuenta…hasta que hay cambio de planes, difícil que diga que no a una propuesta de diversión…y termino durmiéndome nuevamente a las 4 am…

Tres días seguidos, suma de horas de sueño: 10…como mucho.

Hasta ahí genial. O no. En verdad en esos momentos me siento que involuciono. No me olvido de la frase que dice que si a los 40 haces lo mismo que a los 20 es que te perdiste 20 años de vida…

Y como la realidad tira, sé que puedo pasarla genial viviendo de esa manera, y sé que lo voy a seguir haciendo…pero siempre la historia de diversión desenfrenada, tiene su parte negativa: cuando se termina, no queda más que cansancio, algún buen recuerdo…pero indefectiblemente vuelvo siempre a la sensación de que prefiero dormir cucharita y ver una peli en la cama, que pasear por todos los boliches de Buenos Aires los fines de semana. O al menos, un buen equilibrio…que para mí sería 80% cucharita y 20% boliche…bueno…podría estirar ese 20% si el que está al lado mío de vez en cuando lo comparte.

Entonces decido intentar dormir temprano el lunes a la noche…para recuperar algo de sueño y no aparecer como zombie en la oficina. Pero tomo nuevamente la decisión equivocada: se me ocurre cubrir la fase “peli en la cama” (sin cucharita esta vez) con un par de películas románticas tontas… El Descanso: dos mujeres abandonadas por sus parejas que van a la otra punta del planeta para olvidarlos y obviamente, conocen al príncipe azul…que solo existe en las películas. Y para terminarla de arruinar, la otra peli: Postdata Te Amo…el marido que arregla luego de su muerte que su mujer reciba cartas de amor que la guíen en la recuperación de su vida…un acto de amor digno de Shakespeare…que solo existe en las películas.

Balance: mi finde de frivolidad, aturdimiento, y diversión sin nada de emotividad terminó convertido en una caja completa de pañuelos de papel mojados en llanto…

Yo me pregunto: no debería haber un estudio del impacto emocional de esas películas en las personas? En especial en las personas que prefieren “peli y cucharita”?

Deberían venir con un prospecto, que hable de Contraindicaciones, precauciones y advertencias:
“Contraindicado en caso de añoranza extrema de él/ella. Mantener alejado de personas emotivas y/o con daño emocional moderado a severo. Utilizar con precaución combinado con lujuria y diversión. En caso de sobredosis, correr al boliche más próximo a su domicilio”

O, como en algunas películas, deberían advertir:
“Toda semejanza con la realidad es absolutamente imposible. Estas cosas NUNCA le van a pasar a ud. Intentarlo es sumamente peligroso para su salud mental”

Será una buena idea contratar a un abogado y demandar a Hollywood por daño emocional??

sábado, 9 de mayo de 2009

Manual de instrucciones

No me sirve el GPS. Tampoco una brújula. Y mucho menos la experiencia de…bueno, unos cuantos años.

Me siento una terrible analfabeta.

Definitivamente, no sé cómo tratar a los hombres. O como no renunciar a tratarlos, que también sería una opción.

Hay algo que me consuela: mis amigas tampoco. Ni siquiera las casadas, que uno imagina que saben algo más que nosotras las solteras, separadas, divorciadas.

Con algunas amigas empezamos a recordar una serie de incoherencias que rescatamos de los hombres con los cuales nos topamos en la vida, los mismos que nos tildan de complicadas e histéricas a nosotras. Aquí van algunas a modo de ejemplo:
- El que se quejaba de su relación anterior porque tenía que rogar para lograr tener sexo con su pareja una vez al mes. Cuando se topa con una que quiere sexo todos los días (y si era posible más de una vez al día) se quejaba igual. La explicación argüida era que necesitaba “cazar”…El tema es que nosotras también necesitamos cazar…y ahí se complica. Eso sí, si nos negamos a tener sexo se buscan otra (y nosotras también)
- El que no quiere compromiso, pero te presenta a los padres a la segunda semana de conocerse. A ver…que alguien me defina “compromiso” primero…
- El que quiere salir con los amigos, pero también estar en pareja, (no sexo una vez por semana…pareja!) pero también gimnasio y trabajo y mirar tele y etc etc. Es una cuestión física, no alcanza el tiempo para todo. Pero ellos quieren todo, y ahora. Eso sí, la pareja es como LOST, una hora, una vez por semana. Pero eso sí, que haya cariño, sexo, siesta, cucharita, diversión, discusiones inteligentes…con menos no alcanza. El tiempo tampoco. Y el fuego para mantener al menos las ganas de tener sexo activas el resto de la semana que lo avive Magoya, porque ellos están ocupados en otra cosa.
- Aquel los a los que al fin se le presenta el sueño del pibe de tener a una mujer espectacular, que solo quiere sexo, cuando él quiera. Ahí se enamoran.
Podría seguir…

Una de mis amigas nos envía un mail supuestamente escrito por un hombre, en el cual describía a la mujer perfecta. Obviamente, era una broma machista en la cual la mujer perfecta era aquella linda, que lo dejara ver el partido, le alcanzara la cerveza, aceptara tener sexo cuando y donde él quisiera, promoviera sus reuniones con amigos…

Entonces, dije: ahí está la fórmula!! Hay que ser así!!...pero…yo me considero linda…me gusta el fútbol, así que no solo lo dejo verlo, sino que lo acompaño a verlo, a un restaurante si es codificado, a la cancha de Atlanta si es necesario, a Junin si juegan una final…ok, tampoco fallo en eso. Con respecto a la cerveza, yo no tomo, pero nunca falta en mi heladera…las reuniones con amigos no solo las apruebo, las fomento…hasta he hecho el ofrecimiento: amor, no queres invitarlos aca que hay mas lugar, y yo me voy a la casa de alguna amiga y te dejo con ellos? Y si se refiere al sexo…no hay ninguna duda…no recuerdo haber dicho jamás “hoy no, me duele la cabeza”…y les aseguro que me topé con varios a los que les gustaba menos que a mi…

Entonces???

Mi conclusión, seguramente errada, porque no entiendo a los hombres, es la siguiente: cuando encuentran a la mujer perfecta, pueden pasar dos cosas:
1- Se asustan
2- Se aburren

Es exactamente la historia de mi vida…el que no se asusta y sale corriendo antes de saber lo que se pierde, al tiempo se aburre…

Y como frutillita del postre, en una reunión me encuentro con un ex, de hace como 10 años…que está convertido exactamente en la persona que yo esperaba que fuera, es decir, me hizo caso en todo…10 años después! Y todavía me dice, absolutamente en serio: “Tenías razón en todo, vos me hiciste un mejor hombre. Soy powered by Daniela!”. Pensé seriamente en partirle la cabeza con el cenicero que tenía al lado, pero pensé en el costo-beneficio de una cadena perpetua y me arrepentí. Entonces le propuse matrimonio….pero ya es tarde.

Ayyyyyyyyyyyyy

Necesito urgentemente un manual de instrucciones…o un GPS con la gallega diciendo: tome el de la derecha, deje atrás al de la izquierda…no siga por ahí, camino equivocado…

Cumplo años en unos días…no habrá un alma caritativa que me lo regale para mi cumple????

martes, 5 de mayo de 2009

Afectos dormidos

Hace poco me reencontré con una vieja amiga con la cual hace mucho que no hablaba. En un tiempo éramos muy cercanas, pero luego las cosas de la vida (trabajo, familia, etc) nos fueron distanciando sin quererlo.

Hablábamos de vez en cuando pero nos quedaron varias partes de nuestra historia sin ser compartidas y analizadas en profundidad como solíamos hacerlo.

Lo extraño de todo esto, es que cuando nos reencontramos, otra vez por esas cosas de la vida, la relación volvió a lo que era antes, como si no hubiera pasado ni un día sin contarnos todo. Obvio, nos pusimos al día, pero esta vez el tiempo no había borrado nada de la buena onda, y la relación parecía que simplemente había quedado en el freezer, y volvió a lo que era.

Y lo primero que pasó por mi mente fue: sería posible que me pase lo mismo con alguna relación amorosa terminada hace tiempo?

Obviamente la primera diferencia en que en los distanciamientos de mis relaciones siempre hubo algún factor de discordancia que generó la ruptura. Eso debería generar una señal de alerta para no volver a lo mismo de antes: no sería inteligente reiniciar algo de la misma manera, porque seguramente terminaría de la misma manera.

Pero esa señal a veces no aparece. Quizá porque el tiempo borra, o al menos desdramatiza los problemas pasados. O simplemente, como pasa con los gobiernos, cada uno que viene se empeña en demostrar lo bueno que era el anterior…

Entonces escondemos lo malo en nuestra mente, rescatamos lo bueno…y ahí estamos, preguntándonos si algo que creímos muerto hace rato, en realidad no estará dormido esperando que lo despertemos.

Seguramente, como dice el dicho, donde hubo fuego, cenizas quedan…el tema es tener el valor y las ganas de volver a encender el fuego, de volver a la posibilidad de tropezar dos veces con la misma piedra, de que todo termine como antes…

Es posible que podamos revivir lo bueno…pero seríamos capaces de aprender sobre nuestros errores y no volver a repetirlos? O será una regla, que con la misma persona cometemos los mismos errores, y necesitamos un nuevo camino para no repetirnos?

Es mucho lo que uno pone en juego reintentando reflotar un fracaso.

Después de todo, habiendo tantos errores nuevos para cometer, para que repetir siempre los mismos??

jueves, 30 de abril de 2009

Olvidos que recuerdo

Qué difícil es seguir el camino cuando los recuerdos acechan.

Si hay algo o alguien a quien no queda otra alternativa que olvidar, parece como que nuestra mente está aliada con el corazón y se empeña en hacernos sufrir por haberlo lastimado.

Entonces cuando intentamos olvidar lugares, olores, sensaciones…surgen, así porque sí…y los recuerdos estrujan el corazón.

La mejor opción debería ser quedarse sola, para olvidar tranquila, pero no siempre funciona. La soledad no suele ser buena consejera, y finalmente no logramos evitar hacer un llamado o enviar un mensaje que no deberíamos haber enviado.

Y a veces es casi imposible encontrar una salida. Probamos aturdiéndonos. Salimos todo el tiempo, noche, amigos, histeriqueo, castigamos el cuerpo con gym a full, nos vamos a la cama cuando ya estamos muertos de sueño, no vaya a ser cosa que la media cama vacía nos traiga malos recuerdos…y eso algo ayuda.

Pero lo peor de todo es tratar de olvidar a una persona en los brazos de otra. Por lo general provoca el efecto contrario. Y uno recuerda en el momento menos oportuno lo que debería haber olvidado hace rato. Y los brazos son otros, las curvas no siguen el camino al que las manos estaban acostumbradas, el ritmo cambia, los ojos se cierran y hasta se siente extraño el momento de volverlos a abrir…

Y la sensación de vacío que queda al otro día lo único que hace es acentuar la pérdida.

Pero no se puede contra los recuerdos. No existe una píldora para borrar los recuerdos no gratos y dejar los gratos. La mente tiene demasiados vericuetos como para engañarla tan fácilmente.

Afortunadamente, el tiempo es sabio. Y la memoria selectiva deja en nuestra mente lo que menos duele, aunque creo que jamás borra lo que sí nos gustaría borrar. Lo deja ahí, en algún rinconcito, esperando para salir, pero cada vez más dormido.

Y eso nos permite seguir adelante, aunque a veces tanto olvido nos haga volver sobre los mismos errores…

Y a veces simplemente, no queremos olvidar. Nos negamos a enterrar los recuerdos.

Y preferimos el dolor, antes de reconocer que se terminó…

No pierdo la esperanza de que pronto, alguien, o yo misma, encuentre el botoncito del format y lo apriete …

sábado, 25 de abril de 2009

Dolores repetidos

Tengo que ir al dentista. Me duele una muela. Hace rato, pero se que si voy, va derecho a la extracción. Y duele.

Pero después me acuerdo que quedarme así también duele, y si no hago nada va a seguir doliendo. En cambio si me la sacan, duele un poco, y después pasa, y todo está bien. Además ya pasé por esa experiencia. Entonces ya se que el dolor es fuerte, pero también se que pasa.

Distinto es la primera vez. Uno no sabe lo que le espera, entonces el dolor es desesperante y uno piensa que no va a terminar nunca.

Mientras lo pensaba, me acordé de los dolores de alma, que suelen ser peores que los de muela, porque arrancar algo del alma no es tan sencillo.

Pero en definitiva es más de lo mismo. Dolores que no se soportan, decisiones que se postergan, y al final, todo pasa.

La diferencia es que el agujerito que queda donde estuvo la muela no vuelve a doler nunca más, pero los huecos en el alma de amores fallidos, cada tanto se mandan un revival, que reaviva el dolor.

Aún así, deberíamos ser más arriesgados al momento de amar. Si sabemos que por más que algo falle, y tengamos que sufrir la pérdida del amor, el dolor siempre pasa. Peor y mucho más doloroso es negarse a amar porque puede doler. Es como negarse al dentista cuando la muela duele.

Pero el miedo nos puede. Y no debería. Ya sabemos lo que nos puede pasar. Y ya sabemos como se resuelve.

La otra opción es ir por la vida con el corazón enjaulado. Pero sería como andar por la vida sin dientes para que nunca duelan. Y nos perderíamos el placer de masticar una buena tira de asado…

Si pudiera conseguir un poquito de anestesia para el alma de modo que el dolor sea menor…no dudaría ni un minuto en seguir entregando mi alma sin medir las consecuencias…

sábado, 18 de abril de 2009

Felicidad quedate...no te vayas

Ya no puedo recordar cuantas veces tuve la felicidad en mis manos y la dejé escapar. O se me escapó. O en realidad creí que la tenía y no era así.

Tuve amores de aquellos que son tan grandes que no caben en tu alma, que desbordan, que logran que no haya nada que te borre la sonrisa, que me hacían responder “feliz!!” ante cada Como estas?. De aquellos que se notan, y la gente te pregunta, que te hiciste que estás tan linda?

Algunos que duran años y otros meses, pero que provocan el mismo efecto.

Tuve felicidad de la otra, de la que te provoca tal paz interior, que sentís que llegaste a donde siempre querías estar. Y te parece imposible que algo la altere.

Tuve momentos efímeros, de dicha plena, que casi casi recibían el título de Felicidad.

Pero los que fundamentalmente me están tocando vivir son aquellos momentos tan lindos que no dudo en que van a convertirse en felicidad…de esos que de a ratitos dan esa sensación…y uno piensa: estoy cerca! Este es el camino! Ahí está! La veo!...pero no. Se esconde, o era solo una sombra y me confundí.

Y esos ratitos de felicidad efímera son aún más dolorosos en el recuerdo cuando no llegaron a concretarse. O simplemente no perduraron en el tiempo.

Como fue que logré amar de tal manera que podía mirar hacia adelante y jurar a cualquiera que ESO era la felicidad eterna…y se esfumó?

Como confundí con felicidad aquello que solo llegaba a mi alma, pero en el alma del otro no había ni un resquicio?

Como es que no logro convertir momentos más que gratos en una felicidad duradera?

Será que hay algo de miedo a ser feliz? Obviamente que cuando uno llega al pico de la felicidad, la caída, que es indefectible a veces, duele más que si nos mantenemos en una meseta de buenos momentos…

Y como dijo Jacinto Benavente, en la vida, lo más triste no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.

Por eso es que hoy, en este momento de mi vida, me toca estar triste…

domingo, 12 de abril de 2009

Terremotos

Soy una mezcla terrible de cabeza dura y Mujer Maravilla. Es decir, creo que todo lo puedo, y nadie me va a hacer cambiar de opinión al respecto.

Entonces voy por la vida buscando imposibles, absolutamente segura de que puedo convertir todo lo que toco en oro. Testaruda, Mujer Maravilla y Alquimista.

Si se trata de un desafío laboral, no paro hasta que todo sale como yo estaba segura que debía ser. Obviamente, pocas veces me lo agradecen, la mayor parte de las veces me quieren matar. Pero estoy segura de que tenía razón, y estoy segura de que si los demás hubiesen querido yo hubiese podido.

En el amor soy igual. Si estoy segura de que algo tiene futuro, si hay piel, si nos sentimos bien juntos, pongo todas las fichas en eso. Y no me importa que el otro no ponga nada. Yo creo que sola lo voy a hacer funcionar. Eso de tener en cuenta que si el otro no quiere nunca va a funcionar ni siquiera pasa por mi mente.

Y sigo construyendo piedra sobre piedra, a pesar de que todo se tambalee. Y el mundo se me mueve. Y todos ven que se está cayendo…menos yo.

Y ahí sigo, partiéndome el corazón, pero claro, como toda Mujer Maravilla, el escudito me protege, entonces sigo adelante convencida de que se va a resolver. Y aguanto engaños, arrepentimientos, idas y vueltas, acepto perdones, aplaudo cuando el otro reconoce que yo estaba en lo cierto…pero llega un momento que la mujer maravilla se cansa del papel, se saca el escudito, me abandona…y la próxima estocada me deja el cuore partido. Eso sí: la cabeza no, sigue dura.

Si tengo suerte, y la vida se apiada de mí, llega el momento en que me doy cuenta que no importa lo que haga, no lo voy a poder resolver. Que como decía un amigo, cuando uno no quiere, dos no pueden. Y aunque esté absolutamente convencida de que las cosas se podían resolver, que hacerlo funcionar hubiera sido lo mejor que nos podía pasar en la vida, y hasta podría recitar la fórmula para hacer que funcione, tengo que reconocer que lo único que puedo hacer es dar un paso al costado. Pero algo tiene de bueno: el dolor es mucho menor cuando uno sabe profundamente que hizo todo lo posible. Equivocada o no, si hay algo que sobró fue coraje.

Y cuando tomo valor y digo game over…ahí es cuando viene el terremoto. Así es como se destruyen las murallas, el futuro que tenía en mente, el convencimiento…se pierde todo, lo que estaba mal , pero también lo que estaba bien…y hasta mi cabeza tan dura se empieza a confundir…y aunque sé que va a pasar…duele. Duele en especial porque el terremoto no es selectivo. No destruye lo que sería necesario cambiar y deja en pie lo que estaba bien. Destruye todo…y lo que estaba firme y sólido, aunque no alcanzó para sostener al resto, no merecía terminar en ruinas…y eso es lo más difícil de aceptar.

Lo bueno de esto, es que los terremotos suelen ser tan fuertes, que no dejan ninguna base en pie. Y eso marca un nuevo comienzo, porque no se puede volver a construir usando las ruinas. Hay que conseguir ladrillos nuevos…

Y estoy segura que esos ladrillos también van a tener alguna rajadura de vez en cuando. Lo importante será que aprenda a escapar a tiempo, antes que la rajadura se transforme en un derrumbe…a ver si alguna vez, soy yo la que salgo ilesa.

jueves, 26 de marzo de 2009

Decisiones

Siempre fui una persona sumamente expeditiva en la toma de decisiones. Tanto en lo laboral como en lo personal, si algo me parecía que no funcionaba, siempre intentaba cambiarlo. Y rápido, antes que la molestia se convierta en problema.

Obviamente, mi mente analítica se encargaba de evaluar previamente todas las soluciones posibles, me obligaba a aplicarlas y solo cuando se aseguraba que no funcionaban, ahí sí, la decisión no tenía vueltas.

Mientras tanto, como es la única manera, el corazón quedaba fuera de esto…sino era imposible ser racional. Y como cuando uno anula el corazón todo es más fácil…bingo!

Siempre funcionaba así. Por lo cual, mis parejas tomaban mis charlas con ellos como un reclamo más…no le daban importancia…y terminaban sorprendidos por la decisión tomada. El duelo yo lo vivía antes…y ellos después.

El problema es que ahora perdí el botoncito del switch. No puedo apagar al corazón. Se niega. No hay ningún argumento que lo calle. Y aún con sentimientos muchísimo menos fuertes que antes, no logro decidir nada racionalmente.

Estoy tratando de negociar, proponer paritarias, una tregua…pero nada. El sindicato está a full y no hay acuerdo que valga. Sigue ahí. Y cuando creo que lo racional le va a ganar…no hay forma. Algún sentimiento aflora…resulta que el otro hizo la jugada adecuada…le cargó las baterías al cuore…y todo va para atrás,

Y como cuando uno abandona el gimnasio por un tiempo, el problema se extendió a todos los ámbitos de mi vida, y en este momento me siento absolutamente incapacitada para la toma de decisiones si esas implican un cambio en mi vida.

Un amigo me dice: si te sirve de consuelo, la mayoría de las decisiones que tomamos producen en nuestra vida exactamente el cambio opuesto al esperado.

Pero no me sirve de consuelo. Eso de sentarme a esperar a que las cosas cambien por si mismas está muy lejos de mi naturaleza…o al menos lo estaba.

Creo que tengo que comprar un sillón más cómodo…o hacer revisar el tablero…creo que ya se me saltó la térmica.

jueves, 12 de marzo de 2009

Irreflexionando

El amor es el conflicto entre los reflejos y las reflexiones. Eso dijo un tal Magnus Hirschfeld, sexólogo alemán que allá por el 1900 desarrolló la teoría del tercer sexo.

Es más que cierto que existe un conflicto entre ambos, pero creo que el amor se nutre de los reflejos más que de las reflexiones, y se destruye cuando empieza el conflicto entre ambas.

Si pudiéramos dejar todo librado a los reflejos, el instinto y los sentimientos más básicos harían que la relación de pareja sea idílica, y seguramente nos atreveríamos a llamarlo amor.

El conflicto ciertamente aparece cuando dejamos aparecer nuestro lado racional y empezamos con las reflexiones. Y ahí descubrimos que no todo es color de rosa, que la realidad muchas veces nos transforma una relación idílica en un imposible…y eso de que el amor todo lo puede, debe existir únicamente adentro de la burbuja de Michael Jackson.

Y descubrimos que cuando estamos en pareja, y dejamos de lado el afuera, todo es instinto, entonces si hay piel y conexión, se transforma en perfecto…hasta que empieza a aparecer la realidad, y reflexionamos, y descubrimos que es mucho lo que nos separa, a pesar de los reflejos que nos unen.

Entonces empezamos a sufrir el tironeo entre los reflejos y la reflexión, y ahí, así como con la pelea eterna del angelito y el diablito intentando guiar nuestra vida, quedamos a merced del que gane la batalla…

Si logramos mantener la razón afuera, seguramente seremos más felices, con la felicidad que suele facilitar la inconsciencia, pero cuanto tiempo podemos mantenernos irracionales?

Es una batalla despareja, en especial en estos tiempos de individualidades, presiones, stress…

Podríamos probar levantar la bandera blanca, dejar que las cosas fluyan, entregarnos a los instintos…total, para reflexionar siempre hay tiempo, en especial cuando los reflejos empiezan a fallar...

sábado, 28 de febrero de 2009

El caos que buscamos

Hay un cuento bastante interesante, que relata como muchas veces los desastres suceden solo porque esperamos que pasen y entonces actuamos en consecuencia y los terminamos provocando.

Hay varias versiones, pero más o menos la historia es así: en un pueblo, una mujer se despierta con el presentimiento de que algo malo va a pasar. Lo comenta en su familia, y por las dudas, sale a “prevenir” eso que va a pasar. Entonces compra más provisiones y lo comenta al del mercado, que se lo comenta a otro…y la historia termina en que es tal el pánico que se genera, que sobreviene el caos…y la mujer termina diciendo: vieron que yo tenía razón??

Sacando lo exagerado de la historia, creo que es absolutamente cierto como nuestros preconceptos, ideas, miedos, pueden alterar el curso de nuestra vida provocando lo que realmente no queríamos que pase.

Y así es como vemos economías deprimidas por el conservacionismo en el consumo que provoca el augurio de un caos, gente que solo conserva su trabajo porque piensa que se viene un aumento de la desocupación, y empresas que se toman de eso para hacerlo real…y también parejas que fracasan solo porque alguno de los dos cree que no es posible que funcione.

A veces algo nos parece tan bueno que nos empeñamos en creer que no puede ser cierto, y de alguna manera lo boicoteamos para que no lo sea. Nos ponemos en la postura de “algo malo tiene que tener” y no paramos hasta encontrarlo…claro, lo encontramos

O debido a un par de tropezones, nos quedamos esperando a tropezar nuevamente. Entonces andamos con más cuidado, nos movemos especulando, pensando cada movimiento, y eso termina anulando nuestra espontaneidad, y convirtiéndonos en otra persona…lo que lleva seguramente a un nuevo tropiezo, o a la caída final

Es muy difícil dejar de lado los miedos, en especial cuando venimos golpeados de antes. Y aun no existen pastillas que nos generen un nivel tan alto de inconsciencia como para ignorarlos.

Y el problema mayor es cuando los miedos en una pareja son de ambas partes…seguramente cada uno va a confirmar su propia teoría del caos con el comportamiento del otro.

Quizá si pudiéramos tener conciencia del por qué de nuestras acciones, quizá si pudiésemos encerrar los miedos y probar de nuevo, funcione…quizá, como cuando éramos chicos hablar de lo que nos daba miedo lo volvía menos real, ahora podamos expresarlos y así desaparezcan…pero para eso hay que identificarlos…

Era tan fácil cuando nuestro único miedo eran los monstruos del placard…

jueves, 12 de febrero de 2009

Acorazados

Como cuesta generar murallas para defenderse de las heridas del alma.

Uno con el tiempo va aprendiendo. O eso cree. Entonces ya deja de estar con la guardia baja para recibir los golpes que le depara la vida, y empieza a generarse sus propias corazas que lo ayuden a que duela menos.

A veces, las construimos tan sólidas que no dejamos entrar nada. Y ahí sí que no entra nada. Ni dolor ni placer. Y apenas vemos a alguien que las intenta destruir, apenas asoma con el pico y la pala, huimos despavoridos y reparamos cualquier raspadura que haya podido hacer.

Otras veces no resistimos. Y las dejamos caer. O el pico y la pala resultan un taladro percutor y no hay quien nos salve.

El problema es cuando el taladro sigue su camino, y nos termina dañando a nosotros, o simplemente el dueño de semejante herramienta, una vez destruida la pared, descubre que lo de adentro no es tan atractivo como parece, y sale en busca de otro desafío.

Y algunas veces somos nosotros los que le hacemos lo mismo a otro. No es solo nuestra coraza la que está en juego. Cuando se juntan dos acorazados en el combate, la guerra es difícil…siempre uno de los dos es más fuerte, y el recuento de daños después de la guerra es desparejo para ambos bandos.

Eso sí, al momento de desarmar la muralla, todo es un remolino. Todo se siente más. El amor y el dolor, los celos, la distancia, el miedo, la incertidumbre…y el muy difícil superar invictos la tormenta del amor cuando recién se sale de la coraza…somos un manojo de vulnerabilidades…

Y esa es la etapa más peligrosa, la que más miedo da…y no hay peor consejero que el temor a ser lastimado…

Ese es el mismo miedo que ante una desilusión nos hace correr a amurallarnos de nuevo. A formar de a pedacitos un escudo protector.

Pero tanto apuro por estar protegidos nos hacen elegir los elementos equivocados. Y queremos protegernos con nuevas relaciones cuando no estamos preparados o con aventuras que terminan llegándonos más profundo de lo que esperábamos…o aturdiéndonos con actividades que no nos llenan. Todo sea para no sentir…y que eso pase rápido, hasta que el dolor desaparezca.

En definitiva, tenemos que asumir que si queremos amar, va a doler.

La otra opción, la del escudo definitivo no es vivir. Es sentarse a ver pasar la vida. Eso sí, con protector solar, y en un segundo subsuelo…

viernes, 6 de febrero de 2009

Aprendí a ser...

Hay una teoría muy interesante acerca del aprendizaje en adultos. Se hizo una investigación intentando encontrar que puntos tenían en común algunos genios como Van Gogh, Einstein, Dali, Beethoven...buscaron similitudes en edades, entorno familiar y social, educación formal e informal…y en nada había puntos en común, excepto en una cosa: ninguno de ellos tenía temor al ridículo. Todos habían tenido comportamientos atípicos para la sociedad en la que vivían y así desarrollaron sus habilidades naturales.

En base a esa investigación, la teoría dice que las personas comenzamos a aprender desde que nacemos, y lo hacemos completamente desinhibidos, preguntando y experimentando. Luego llega la época en la cual nos empezamos a relacionar con pares: niños de nuestra edad, ante los cuales empieza un juego de competencia. Nos damos cuenta que somos diferentes, y ahí comienzan las vergüenzas, y dejamos de preguntar y de experimentar, por temor al ridículo o porque el socialmente inaceptable…y luego también dejamos de jugar, que siempre es una forma de aprender.

Asi es como en la edad adulta es cuando menos conocimientos absorbemos, comparado con lo que pudiéramos seguir aprendiendo si fuésemos niños por más tiempo. Y esto se prolonga hasta la vejez, cuando ya sea por experiencia o porque estamos más allá del bien y del mal, podemos darnos el lujo de ser ridículos sin problemas…y volvemos a preguntar y a aprender.

Nos pasará lo mismo en el amor?

Si pensamos en como encaran los chiquitos las relaciones con los demás, la naturalidad con la que expresan sus sentimientos, cómo para ellos besar significa juntar labio con labio y te abrazan porque si, es para pensar si podríamos trasladar esa teoría al aprendizaje sobre el amor…

Será porque crecemos que dejamos de aprender y siempre cometemos los mismos errores? Que no nos animamos a experimentar situaciones nuevas? Que buscamos resultados distintos, pero haciendo siempre lo mismo, porque tenemos miedo de probar algo distinto? Que no preguntamos que siente el otro, y no expresamos lo que sentimos nosotros?

Siguiendo el mismo razonamiento, los condicionamientos sociales, la vergüenza ante lo que puede pensar el otro, el temor al ridículo, la lucha interna por querer demostrar muchas veces lo que no somos, pero lo que debemos ser…será eso lo que nos impide aprender a amar?

Por qué no podemos actuar naturalmente, expresar nuestros sentimientos, decir “te quiero hasta la luna” cuando se nos ocurre, jugar un poco más para aprender del otro?

Por qué somos tan adultos en estas cosas, y tan poco adultos en otras?

Será como dice Bryan White: “En realidad nunca crecemos. Sólo aprendemos a comportarnos en público”? Y si pudiéramos en ciertos momentos desaprender un poco?

Quizá el secreto está en animarnos a sentir como niños…si lo logramos, con la ventaja de la experiencia de lo ya vivido, posiblemente encontremos las puertas del paraíso…

sábado, 31 de enero de 2009

Quiero, puedo y debo

Que confusión tenemos con lo que podemos, debemos o queremos hacer, decir, pensar y soñar.

Resulta que si un amigo nos llama para salir pero tenemos otro plan mejor, nuestra respuesta es “no puedo”. Cuando en realidad debería ser “no quiero”. Pero el problema es que sentimos que no debemos decir que no queremos, porque puede quedar mal. Juego de palabras o realidad?

Los puedo y quiero en nuestra vida indefectiblemente se confunden. Los mezclamos, y terminamos creyendo que nuestras acciones están regidas por lo que podemos o no hacer y no por lo que queremos. Y ni pensar cuando un “no puedo” es solo porque “no debo”…es aún más frustrante.

Todos tenemos obligaciones en la vida, que siempre están ligadas a lo que debemos hacer. Y ahí es cuando por costumbre, o porque nos sale más fácil, hacemos lo que creemos poder, o deber, también con nuestras relaciones.

Cuantas veces no hacemos algo que queremos solo porque creemos no poder hacerlo? Y cuando por hacer lo que podemos no estamos haciendo lo que queremos? Toda la culpa la tiene nuestro sentido del deber…

Y encaramos algo que debería salir completamente del alma, y ser todos “quieros” en una sucesión de hechos regidos por lo que puedo o no y por lo que debo o no. Entonces lo endurecemos todo.

Quiero estar con él pero no debo (o no puedo?), porque ya lo vi ayer, y no puedo (o quiero?) presionarlo. Además, también debo estar con mis amigos…(o quiero?)

Debo pensar un poco más y no dejarme guiar por mis emociones porque si me dejo llevar por los quiero, puedo salir lastimada. Pero no quiero…ni pensar, porque lo arruina todo, ni salir lastimada…

Puedo seguir así eternamente porque me siento genial, pero no debo, porque debo pensar en el futuro... pero no quiero.

Y por otro lado, él también está con sus quiero, puedo y debo trastocados…y seguramente al revés de los míos.

Entonces, si dejamos actuar a las hormonas y nos liberamos un poco, intentamos hacer solo lo que queremos. Pero eso no se puede, porque muchas veces queremos cosas que se contraponen, y todos sabemos que no se puede todo en la vida…pero se quiere todo, y ahora…y se debe?

Si lo que queremos es ser felices, seguramente el secreto está en encontrar a alguien con quien sincronizar los quiero, alguien que no los confunda con los puedo, y que en cuestiones de amor se olvide de los debo…eso que me encanta llamar la locura, la magia del inicio de una relación.

Pero es tan difícil encontrar a alguien tan poco estructurado…que ya estoy creyendo que no puedo, y que debo conformarme con lo que puedo…

Después de todo, debería revisar mis quiero…como decía Marcel Proust, a cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía, las cosas que más deseamos son las que fingimos no desear…

sábado, 24 de enero de 2009

Jaulas

Libertad. Nos llenamos la boca pidiendo, reclamando, sufriendo por no tener la libertad que queremos.

Nos sentimos presos por el trabajo, que nos impide disfrutar más de la vida.

Nos creemos dentro de una jaula cuando estamos en pareja porque eso de pensar de a dos nos condiciona.

Definitivamente, nosotros queremos libertad, pero nos gusta que los límites no estén lo suficientemente lejos como para que no los veamos. Necesitamos desafiarlos.

Entonces nos creamos nuestras propias jaulas, para tener barrotes para golpear y tirar abajo. Y cuando lo logramos, y al fin escapamos de esa jaula, es solo para meternos en otra distinta…la libertad sin límites para desafiar no es lo mismo.

Si estamos en un trabajo en relación de dependencia (nada más lejos de la libertad) luchamos para ser nuestros propios “dueños”, para terminar trabajando aún más horas que antes y aún más atrapados…

Si estamos en pareja, en esas relaciones agobiantes y sin sanos individualismos, tenemos el ideal puesto en salir todos los días, emborracharse con amigos, volver a la caza…y cuando decidimos recuperar nuestra libertad, terminamos atrapados en otra jaula, la de no poder parar, no poder decir que no a un amigo, no poder dejar de cazar para comer…

Alguna vez deberíamos aprender a dejar la puerta de la jaula abierta, y descubrir que la libertad consiste en elegir a diario cuando entrar y cuando salir.

sábado, 17 de enero de 2009

Dejando el chupete

Las que tienen el pelo lacio envidian a las de rulos, y al revés. Los hombres casados envidian a los solteros, y al revés.

Por naturaleza humana todos queremos lo que no tenemos. Y eso es bueno cuando implica una meta a alcanzar, pero cuando es inconformismo puro, ahí la cosa cambia.

El otro día comentaba un amigo, soltero, rozando los 40, apariencia física propia de quien dispone de tiempo y motivación suficiente para matarse en el gym, que paró en un semáforo con su moto último modelo. A su lado, Eco Sport, familia con hombre de 40 al volante y niños de los que requieren Pacientol de a toneladas. Contaba divertido la cara de “que hago yo acá” que ponía el padre de familia cuando lo vio a él, y comparaba su realidad con la suya.

Y eso es parte de la naturaleza humana…aunque seguramente el padre de familia diga que no cambiaría a sus hijos por nada en el mundo, seguramente un par de días de intercambiar vidas le alegraría la existencia…

Cual será la medida justa para que la vida que elegimos nos satisfaga a pesar de estar rodeado de otras alternativas? Será que cuando uno disfrutó de algo el tiempo suficiente no lo añora cuando ya no lo tiene? O sí, pero no le pesa dejarlo de lado?

Aunque es cierto que queremos perpetrar lo que nos gusta, la vida es demasiado corta como para decidir probar solo unos pocos placeres…y si el de la moto se pierde de probar cuan lindo es ser padre, solo porque le gusta andar en moto? Y por qué pensamos que un cambio siempre implica un renunciamiento? No se puede ser padre y andar en moto, aunque no sea a diario? Y si hay que renunciar a algo para probar otros caminos…tan malo es?

Seguramente no lo recordamos, pero debe haber dolido dejar el chupete…ningún crecimiento en la vida es absolutamente gratis…

Pero por lo general, crecer vale la pena…

viernes, 2 de enero de 2009

Subi a mi Voiture…y olvida los Mercedes Benz

Tanta época de rally y accidentes de tránsito, me hicieron pensar en cómo vengo manejando últimamente. Manejando mi vida digo…o dejando que la manejen.

Por lo general la gente cuando ve un auto destruido en la ruta después de un accidente, por unos kilómetros baja la velocidad, lo que le dure el ataque de conciencia….bueno, yo no.

Durante unos cuantos años me creí arriba de un Mercedes Benz todo terreno, pero después de tanto traqueteo, pozo, mal manejo, curvas que nunca vimos (yo no las vi…pero no era la que manejaba), resultó que de 4x4 no tenía nada y terminó absolutamente destartalado. No hubo manera de arreglarlo. Diagnóstico: destrucción total. No del auto. Mía.

Pasado el transe, y aún destartalada, con tal de seguir por el camino y no perder la inercia, me subí a algunos autos con el aprendizaje del Mercedes: si igual terminan destartalados, no pidamos tanto…

Y así subí a algunos que ya tenían el asiento delantero derecho ocupado (y no eran ingleses…). Al menos me llevaban, y algunos lucían como los deportivos de las películas, de los que uno quiere probar aunque sea en el asiento trasero…Fue divertido, pero eso de ir cuando y hacia donde indica el ocupante del asiento de la derecha, indefectiblemente me aburre un poco.

Dejé pasar algunos, paré otros y decidí no subirme, seguí esperando la carroza…y por ahí llegó otro al que no pensaba que alguna vez me hubiera subido, pero en fin, algunos errores son deliciosos…y tuve uno de esos viajes lindos, de los que uno se baja sonriendo…pero se baja. En especial cuando descubre que creyendo seguir el mismo camino, cada uno por su ventanilla ve cosas distintas…y es raro que el camino siga siendo el mismo con tanto paisaje diferente. Entonces, antes que el auto se parta al medio y yo termine con otra destrucción total…abajo.

Y cuando me estaba aburriendo de los autos, protestando contra todo lo que tenga ruedas…resulta que pasa una moto, de esas que uno de solo verlas se derrite. Y ahí me subo…al menos no tenía cuatro ruedas…tenía 2…el vértigo, supuse, iba a ser mayor. Y así fue. El que manejaba empezó a acelerar. Y yo cada vez agarrada más fuerte, acompañando en las curvas, incitándolo a seguir acelerando cada vez más, y con una adrenalina espectacular…Debe ser por eso que no vi el pozo. Debía venir muy entusiasmada. Y aunque noté cierto bamboleo, confié en que el conductor iba a saber enderezarla. Y ahí pasó. Clavó los frenos. Y yo, tremenda inconsciente, sin casco. Salí disparada sin saber que diablos pasaba. Otra destrucción total.

Debería aprender a manejar yo. No subir a ningún lado. Exigir que suban y manejar yo. Pero seguro me terminan indicando por donde ir y echándome la culpa si nos perdemos…

Creo que por un tiempo, me voy a dedicar al monopatín…