domingo, 28 de junio de 2009

Haciendo limpieza

Nunca fui buena para los quehaceres del hogar. De chica porque mami me malcriaba bastante y de grande porque siempre encontré en quien tercerizarlos.

Así es como soy, en esto y otras cosas, una mujer atípica: no sé cocinar, no tengo idea de cómo Marisela mantiene impecable el baño, y prefiero ponerme a cambiar lamparitas o arreglar el depósito del baño que pierde antes que lavar los platos.

Lo que acabo de descubrir es que con los sentimientos me pasa lo mismo. No logro mantener el orden, y mucho menos la limpieza.

Entonces, tanto en mi corazón como en casa, acumulo cosas que no sirven, y nunca me dan ganas de agarrar el Cif y ponerme los guantes. Así es como guardo papeles y sentimientos que debería desechar, conservo celulares viejos y relaciones que no funcionan, mantengo en una cajita lapiceras sin tinta y esperanzas sin sentido que no me animo a destruir…

Y estoy descubriendo que es muy difícil empezar de nuevo con todo ese desorden . No hay lugar para nuevas relaciones, esperanzas renovadas ni sentimientos que valgan la pena…

Pero se requiere de mucha fuerza de voluntad. Uno se aferra a lo conocido, no importa si sirve o no, y se hace difícil descartar las cosas que tan buenos recuerdos nos traen.

Además, hay que tener el valor de enfrentarlos, aceptar que hay que dejarlos de lado, reconocer la derrota, hacer lugar en el alma y el corazón…y empezar de nuevo

Y esa ardua tarea no se puede tercerizar.

Alguien tendrá el número de Mr Músculo?

domingo, 21 de junio de 2009

Extraño

Extraño sus abrazos en el supermercado, porque sí, porque lo sentía y lo hacía
Extraño cuando me buscaba en la cama, dormido, cada vez que me despegaba un poquito y que no parara hasta encontrar al menos el contacto de mi pie
Extraño hacer locuras como desviarnos a un telo cuando íbamos a la cancha y llegar tarde pero felices
Extraño su propuesta de caminar bajo la lluvia, solo porque él quería hacer algo para que se me pasara la angustia por un mal día en el trabajo
Extraño los huequitos que se le hacen en la espalda
Extraño los desayunos dignos de hotel 5 estrellas. Extraño que me den ganas de prepararlos
Extraño que mirar una peli sea abrazarnos hechos uno en el sillón del living
Extraño dormirme sintiendo el perfume de su piel
Extraño los te amo antes de dormir
Extraño los te adoro cuando hacíamos el amor
Extraño las discusiones acaloradas por temas de política, que terminaban en admiración mutua
Extraño escucharlo hablar con orgullo de su trabajo, y sentirme orgullosa de estar a su lado
Extraño las charlas interminables hasta que quedábamos solos en el restaurante
Extraño acompañarlo a la cancha, a ver lo que sea
Extraño cuando me hacía pata yendo a comprar tonterías al Tigre. Aunque lo odiara
Extraño extrañarlo, pero saber que está
Extraño que me extrañe. Extraño correr a sus brazos cuando me lo dice
Extraño las siestas
Extraño sentir que me pierdo en sus ojos
Extraño bailar rodeados de gente y sentir que el mundo desaparece
Extraño mirarnos a los ojos y saber que lo único que queremos es que los invitados se vayan para estar al fin solos
Extraño que cocinemos juntos. Extraño que se nos queme la comida y no nos importe
Extraño sentir que muero de amor cuando lo miro
Extraño que planifiquemos un baño de inmersión y terminemos inundando la habitación porque nos distrajimos
Extraño que paremos el ascensor entre pisos. Y que nos equivoquemos de piso al bajar
Extraño que nos alcance dormir 4 hs y al otro día estemos cansados pero con ganas de repetirlo
Extraño cuando sentíamos que nada en el mundo nos iba a separar
Extraño su risa
Extraño cuando no me dejaba levantar nada pesado, o encendía la calefacción de mi auto un rato antes que subiera para que no tuviera frio
Extraño sus poemas por mail que me hacían empezar con una sonrisa mi jornada laboral
Extraño su llamada a la mañana para ver como empezaba mi día
Extraño su beso de buenas noches, real o por sms si no estábamos juntos
Extraño odiar un viaje de trabajo porque me alejaba de él
Extraño tener ganas de verlo nuevamente a la media hora que se fue
Extraño que no pueda estar mucho tiempo sin verme
Extraño que no podamos resistir estar cerca sin besarnos
Extraño que me mire y entienda mi mirada

Tuve la dicha de tener todo esto en mi vida

No extraño a UN hombre. Extraño a todos los que amé

Extraño al amor…

sábado, 20 de junio de 2009

Las mariposas y el Raid

Cuando era chica había miles de mariposas. Recuerdo el jardín de la casa de mis padres, siempre en primavera se llenaba de mariposas de colores, y era un placer verlas: porque representaban la llegada de mi estación favorita y porque por alguna extraña razón me transmitían una sensación muy placentera, un olorcito a amor y libertad.

Con el tiempo (en esa época no había Animal Planet) me enteré que su vida era muy efímera…eso me daba tristeza pero aún así pensaba que esa era la causa de su belleza y su revoloteo, como que se apuraban a vivir la vida plenamente…y esa era la imagen que siempre representaba en mi mente el vuelo de una mariposa.

Hasta que empecé a sentirlas en la panza, cuando me enamoré por primera vez. Ahí tuvo sentido todo lo que percibía cuando las veía: la sensación de alegría, belleza, libertad…y también la noción de lo efímero.

Pese a todo, no importa cuantas mariposas había en mi panza, yo me encargaba de mantenerlas bien alimentadas, para que estuvieran saludables y revolotearan por más tiempo.
Lamentablemente, muchas veces el que me provocaba las maripositas, a pesar de todos mis cuidados, se encargaba de echarles Raid a rabiar…y así mataba mis mariposas y las que se atrevían a asomarse en la panza de él…porque la sensación es linda, pero alimentarlas cuesta y cuando se mueren duele. Entonces mejor que no aparezcan.

Otras veces las mariposas se me han contagiado. El hecho de que aparezcan primero en la panza del otro las hace sumamente contagiosas…no hay nada más adorable que un hombre enamorado…entonces, cuando esperaba que todo sea solo una aventura…me termino enamorando…pero parece que a veces las mariposas no alcanzan para los dos, entonces apenas migran a mi panza desaparecen de la original

La realidad hoy, es que tanto Raid propio y ajeno, tanta escasez de mariposas dando vuelta por ahí, están matando toda posibilidad de que algo nazca…y sigo coleccionando orugas que nunca evolucionan

Y cada vez se van menos mariposas, tanto en los jardines como dentro de mi panza…o será que están todas juntas, en algún lugar libre de Raid, esperando que las encuentre?

Por las dudas, ya me asocié a Greenpeace…

martes, 9 de junio de 2009

Historias de novela

Hace poco me contaron una historia más que romántica, verdadera, contada por su protagonista, una señora que ya ha pasado los 60 y vive en un hotel que fundó en un pueblito de Jujuy.

La historia es más o menos así: Ana vivía en Belgrano y solía viajar a Jujuy todos los años porque tenía familiares allí y sus padres algunos negocios que atender. Así pasó su infancia, adolescencia y no tanto, disfrutando juegos, y luego charlas y mate con Tito. Los veranos pasaron, se fueron enamorando…pero además de la distancia, Tito tenía un problema: no quería casarse. Estaba absolutamente decidido. Ana intentó esperar un cambio de opinión, o algo que demostrara que “el amor es más fuerte” pero no hubo caso. Decidió un día dejar ir a Tito, y no volvió a Jujuy.

Al tiempo Ana se casó, tuvo 2 hijas, se separó...y un día estando triste, una amiga le regala un Buda y le dice pedile lo que quieras! Y Ana le pide al Buda: “mirá más vale que me traigas al amor de mi vida, porque ya me estoy cansando de estar sola!”

Mientras tanto Tito, soltero, fiel a sus principios, va a comprar un auto a una concesionaria en Jujuy y cuando están en medio del tramiterío ve que el auto había pertenecido al tío de Ana. Se le remueven los recuerdos, y empieza a buscar a Ana por todos lados….hasta que consigue su número de teléfono en Buenos Aires.

Sin saber si Ana estaba casada, soltera, viuda o si todavía vivía, la llama. Al día siguiente del pedido de Ana al Buda.

Se vuelven a ver, se vuelven a enamorar, mantienen una relación de Jujuy a Buenos Aires por unos meses, hasta que Ana recibe de Jujuy una llamada, en la que le dicen que Tito está muy mal, internado en terapia intensiva.

Ana vuela a Jujuy, y Tito, en el lecho del hospital (les juro, es verdad!!!)…le propone casamiento!
Se casan, ahí, en el hospital. Tito se repone, y viven juntos en Jujuy hasta que Tito muere 15 años después.

Esas historias suelen ser de novela. Una no espera que los hombres cambien, ni siquiera 20 años después. Entonces prefiere dejarlos ser y ceder en lo que se pueda…o dejarlos ir.

Ana eligió dejarlo ir. Pero Tito, en su corazón, nunca la dejó ir.

Habrán pensado en algún momento, que hubiera pasado si lo intentaban antes? Se habrá arrepentido Tito de los 20 años perdidos? Se habrá planteado Ana que hubiera pasado si ella lo esperaba, al menos unos años más?

Es cierto que es muy difícil tener siempre la suerte de enamorarse en el momento justo de ambos. O la paciencia para esperar que sea el momento adecuado del otro.

Pero cuantas oportunidades dejamos pasar en nuestra vida? Están las que la vida nos recrimina en algún momento, haciéndonos notar el error y dándonos la oportunidad de repararlas.
Pero están las otras, las que nunca nos enteramos lo que perdimos. O al menos, no nos enteramos a tiempo…

Conocen alguna fábrica de Budas abierta las 24 hs??