miércoles, 30 de junio de 2010

Eternizando etapas

Una señora le pregunta a Mafalda: que querés ser cuando seas grande? Mafalda ve pasar a su madre, corriendo de un lado para el otro, con la escoba, la comida, el teléfono…y dice: volver a ser chica!

Es indiscutible la sutileza de Quino para enviar mensajes a través de sus tiras, y también asombra la vigencia de un comic de hace…30 años?

Por lo visto, nuestra generación entendió el mensaje de Quino, y lo siguió al pie de la letra: la mayoría prefiere quedarse en la niñez y no salir nunca de ahí, excepto para cometer algunas típicas metidas de pata habituales en la edad del pavo.

En la época de Mafalda las mujeres eran madres muy jóvenes, los hombres se casaban temprano y se volvían hombres de familia a los 20, con todas las responsabilidades que eso significaba…y claro, los matrimonios duraban, porque como leí hace poco, el amor para siempre se inventó cuando la expectativa de vida era de 30 años…ahora no sabemos que hacer con los 40 que nos sobran.

Y en esos momentos se quemaban etapas. Hoy se eternizan.

Intentamos hacer a los 40 lo mismo que a los 20 sin entender que nos perdemos 20 años de vida. Aplazamos lo más que podemos todo tipo de responsabilidades para eternizar la adolescencia…que deberíamos querer que se vaya rápido, porque justamente ahí es cuando se adolece de todo…pero suponemos que las responsabilidades duelen más y no tienen vuelta atrás. Y a veces es cierto.

Pero aún así hay varias formas de desperdiciar la vida. Algunos niños de 40 me dicen que no la desperdician, que la disfrutan. Y lo entiendo. Pero sigo pensando que si podemos hacer mil cosas distintas que nos hagan felices, por qué hacer siempre lo mismo?

Cuando veo gente que vacaciona siempre en el mismo lugar, que no va al cine ni al teatro, que no sale siquiera a hacer el turibus de la ciudad de Buenos Aires, que dedica a su trabajo más tiempo que a su vida, que no disfruta sus amistades, ni a su familia ni a sus hijos por correr atrás de algo que nunca va a alcanzar, o que cuando alcance no sabrá que hacer con ello, realmente me dan muchas ganas de pedirle que me regale un pedacito de la vida que está desperdiciando.

O cuando veo a quien parece tenerlo todo y se siente pobre, que algo le falta. Y no es capaz de disfrutar una puesta de sol, que es gratis y se ve todos los días. Y solo se aferra a lo que está mal en su vida, que a veces, comparado con las miserias humanas es ínfimo, me da mucha tristeza.

Creo que viví mi vida explotando cada etapa todo lo que podía. Y no me arrepiento, disfruté y disfruto mi vida increíblemente. Pero me doy cuenta que son tantas, tantas las cosas que quise y quiero vivir que la vida es muy corta para todo!

Entonces quiero hacer todo a la vez, cambio pisos, encaro proyectos, cambio de trabajo, vuelvo a cambiar, me enamoro, me desenamoro, sigo buscando al amor de mi vida…lo encuentro, y sigo acelerando!

Y me estreso porque no puedo con todo. Y dejo de disfrutarlo. Lo bueno es que esa es mi luz roja y ahí me relajo y por un rato, pongo el pie en el freno y dejo fluir…pero no por mucho tiempo. Siempre hay algo que me recuerda que la vida es corta.

Aunque teniendo alguien al lado que empuja como uno, es mucho mayor el acelere y menor el stress. Ahí se pone bueno.

Pero lo importante, más allá de lo que podemos o no hacer, es no desperdiciar la vida. Vivir cosas nuevas, pelear por lo que uno quiere, amar incondicionalmente, enamorarse una y otra vez hasta que sea la definitiva, enamorarse del amor, de la vida…solo así podemos considerar que nuestro paso por este mundo mereció ser vivido.

No debería pasar un solo día, más allá de los problemas que tengamos que afrontar, en el que no luchemos por sentir la alegría de vivir la vida…

lunes, 7 de junio de 2010

Respuestas

Hace un tiempo me preguntaba si preferiría enamorarme de alguien como yo, o de alguien totalmente opuesto. Hoy aprendí que alguien que sueña como yo, le interesan las mismas cosas, y me acompaña en los valores es mucho mejor que una media naranja que me complemente. Y aunque sea igual de cabeza dura, a veces eso ayuda a perseguir con la misma fe los imposibles y convertirlos en posibles.

Una vez me pregunté si encontrar a una persona feliz, que disfrute inmensamente de la vida sería la fórmula de la felicidad. Y resulta que sí. Que no hay nada más contagioso que la felicidad. Y que no hay nada más sexy que un hombre feliz. Y que la felicidad compartida es un círculo vicioso.

Alguna vez creí no tener más fuerzas para volver a empezar. Y pensé que construir una pared propia en la cual apoyarse era mucho más seguro que apoyarse en alguien más. Hoy se que cuando se encuentra el amor, y esa persona demuestra que te ama, es imposible construir una pared más sólida que la del amor compartido.

Mil veces me pregunté si era tan difícil dejar el cerebro de lado y dejar actuar solo al corazón, sin que se rompa en pedazos. Hoy aprendí que el corazón puede romperse tanto si lo dejamos actuar como si lo congelamos. Y que si lo congelamos cuando se quiebra lo hace en mil pedazos. Y si mantiene la gimnasia, no hay nada que un amor de verdad no pueda reparar.

Siempre pensé que los príncipes azules desteñían. Y eso no estaba mal, era parte de las reglas de la vida. Hasta que me crucé con un príncipe tan pero tan azul que aunque destiña mil tonos va a seguir siendo azul.

Creí también que la vida te brinda oportunidades por única vez, y que si no las tomás, esa pasa, y hay que esperar a que llegue otra. Pero aprendí que a veces nos pone la misma oportunidad enfrente por tanto, pero tanto tiempo que en algún momento no nos queda otra que aceptarla. Y ahí descubrimos el porqué de la insistencia. Porque la vida es sabia. Y el cosmos ordena para que en algún momento sea el momento justo y el lugar adecuado.

Un día quise demandar a Hollywood por daño emocional al producir películas que hablaban de amores que parecían imposibles y se hacían posibles, porque creía que eso pasaba solo en Hollywood y a los románticos como yo nos hacía generar ilusiones de amores inexistentes. Pero me di cuenta que siempre es posible cruzarse con otro romántico que tiene ganas de hacerlo posible. Y ahí las novelas románticas del cine se quedan cortas ante la realidad que logramos.

Me preguntaba cuanto tiempo podíamos permanecer irracionales tirándonos de cabeza en relaciones sin garantía. Y encontré que cuando uno se enamora no hay nada irracional. Y puede durar para siempre.

Pensé que ya no era posible “desaprender” lo vivido y volver a amar como niños para sentir las ganas de decirle al otro “te amo hasta la luna” y no sentirse ridículo. Y era posible. Cuando estamos frente a algo completamente diferente a lo vivido antes, es imposible no desaprender. Y empezar de nuevo nos hace sentir y amar como niños. Y eso es algo muy cercano a la felicidad.

Y siempre quise saber si existe el amor para toda la vida. Y para eso aún no tengo respuestas. Lo que sí sé, es que por primera vez, hasta podría apostarle a quien sea….porque la vida sin un amor así, no sería vida.