domingo, 11 de mayo de 2008

La vida color de rosa

Es increíble la capacidad que tenemos de cambiarle el color a la vida cuando tenemos ganas.
Si estamos tristes, todo está gris. Entonces el tránsito es peor que nunca, si llueve es una porquería, y si hay sol es peor porque seguro que a la tarde hace un calor de locos. En la radio pasan siempre temas románticos idiotas, canciones melosas en italiano, entonces mejor cambio de estación y escucho a Lage, que seguro protesta contra alguien y tiene razón!
Y así seguimos, cambiando el color de la vida según como nos sentimos...y como una rueda sin fin, los colores contagian, así que es cada vez más difícil pasar de un gris a un verde que nos devuelva la esperanza, que nos recuerde que siempre que llovió paró, porque si la cosa está gris, es más probable que se vuelva negra...

Y ahí es cuando la vida se las ingenia para darnos una chance: y resulta que en uno de esos días, nos cruzamos con alguien que de pronto nos pone unos anteojos color de rosa, y comenzamos a vivir todo de manera diferente: la lluvia es divina, seguro que después sale el arco iris...además son tan románticas las tardes de lluvia!!. Y sí...el tránsito es pesado, pero mejor si el próximo semáforo se pone en rojo así escucho un ratito más ese tema en italiano “Vatene amor” que tan lindos recuerdos me trae...

Entonces, como el rosa llama al rosa, nos empezamos a poner más tontos que nunca...y por algún efecto cromático que desconozco, la realidad se desdibuja y nos volvemos ciegos: ahí es cuando dejamos de ver los defectos del otro, los convertimos en la persona ideal, hecha tal cual nosotros hubiésemos imaginado...y no hay amiga daltónica que pueda convencernos de lo contrario!
Y entonces nos encanta que tenga tanta pasión por algo (“seguro! Pero olvidate de los fines de semana con él” diría mi amiga daltónica), que se sienta feliz en su trabajo (“sí...seguro que todos los días llega a las 11 de la noche...y ni tengas hijos! Ni loco falta a SU trabajo para llevarlos al médico”) que sea tan seductor (“o mujeriego?”)...y así seguirá mi amiga tironeando desesperada de mis anteojos rosas sin poder sacarlos de mi cara...ni de mis orejas, porque vienen con sordera selectiva incluida, todo por el mismo precio...

Pero por suerte (o no...) los anteojos tienen fecha de vencimiento, el rosa empieza a desteñir, y nos quedamos nuevamente viendo la vida tal cual es...ni blanco, ni negro, ni gris ni rosa...llena de colores, que seguiremos tratando de interpretar, o sufrir, mezclándolos a nuestra manera.
Sería tan aburrida la vida en blanco y negro...