miércoles, 14 de febrero de 2007

Bendito Valentine

Estoy leyendo una nota acerca del amor. La autora intenta encontrar una explicación a través de la física, la química y el psicoanálisis, de las reacciones que sufrimos (o gozamos?) cuando nos enamoramos. Y resulta que aprendí que en el momento en que hasta hoy creía haberme enamorado perdidamente, en realidad eran mis instintos de conservación de la especie que inconscientemente me “empujaban” a hacer todo lo posible para procrear y salvar al ser humano de la extinción...y yo que pensaba que estaba mal eso del sexo en la primera cita!

Ahora bien...sigo leyendo, ansiosa por descubrir si me había convertido en una desalmada por usar preservativos y no estar ocupándome de mi deber de conservación de la especie, amén que el “impulso de conservación” o como quiera se llama a ese deseo irrefrenable de no separarse de la persona amada se extinguió hace rato...y encuentro nuevamente al culpable: se llama oxitocina y, según nuestra fisico-quimica-psicoanilitica escritora, es la hormona que libera el cerebro luego de una relación sexual y hace que uno quiera quedarse junto a la persona amada...aún cuando desaparece el famoso “instinto” que nos hizo olvidar de la racionalidad del no-sexo en la primera cita.

En síntesis: cuando se nos despierta el instinto, liberamos dopamina que nos convierte en una especie de ciegos anulando nuestro pensamiento crítico, y cuando la dopamina se evaporó, nos queda la oxitocina que nos impide salir corriendo en busca de nuevas emociones...

Digo yo...no podrían vender en el supermercado, junto a las bolsas de papas fritas, las dosis de dopamina que necesitamos para seguir toda la vida enamorados? O de oxitocina cuando necesitamos un poco de racionalidad en la vida?

SOCORRO!! Mi oxitocina se está acercando a su fecha de vencimiento!!!

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