domingo, 9 de noviembre de 2008

La culpa la tiene la mesa

Me acuerdo el comentario de una amiga psicopedagoga cuando escucho a una madre consolar a su hijo que se había golpeado, pegándole a la mesa y diciendo “mala la mesa!!”. Su comentario fue: recuerden la cara de este nene y con dejen que sus hijas mujeres se acerquen a él cuando sea grande…

Obviamente, fue una broma, pero con una parte certera: cuantas veces pensamos que todo lo que nos pasa es por culpa de alguien, de “la mesa” de turno…y seguimos golpeándonos mil veces con la misma mesa, y nunca intentamos hacer algo diferente para dejar de golpearnos. Total, la que tiene que cambiar es la mesa, no nosotros

Recuerdo cuando después de mi segunda convivencia frustrada, y sin contar los tantos noviazgos que tampoco funcionaron, mi madre me dice: nena, estábamos hablando con papi…no podemos pensar que siempre es que no encontraste el hombre adecuado…vos también debes ser jodida!. Pobre mami, le llevó 39 años darse cuenta.

Y sí mami. La culpa no la tiene la mesa. Uno no puede esperar que venga EL Amor De Nuestra Vida y nos colme todas las necesidades, y nos saque todos los miedos, nos muestre el camino y la luz al final del túnel, y nos corra todas las piedras que dejamos ahí. Eso lo tenemos que hacer nosotros. Si no lo resolvemos, vamos a seguir con los golpes…

También nos pasa con lo bueno: esperamos que nos venga de arriba.

El trabajo? Está mal, no hay proyección, pagan poco…pero esperamos que nos venga a buscar la mega empresa, o que nos ofrezcan el negocio de nuestra vida. Y si no aparece, la culpa es de la mesa. O de los K.

Nos sobran un par de kilos? Es el metabolismo, no tenemos suerte. Si comemos re poco y engordamos. No importa si lo poco son Oreo bañadas en chocolate. O por otro lado, con las porquerías que comemos, si no pesamos 100 kgs, eso es también gracias al metabolismo.

El amor? Ya va a llegar, va a venir con un cartelito que diga “Soy YO”, y ahí nos vamos a dar cuenta que llegó para nosotros, ahí nos van a venir las ganas de hacer todo lo que no hicimos hasta ahora, y no necesitamos hacer nada ni para que llegue ni para mantenerlo: ahí está, y se va a quedar. Y si se va…la culpa es de la mesa.

Y así vamos por la vida. Sin buscar, aceptando lo que viene, esperando que venga, seguros que algo va a pasar, porque nosotros lo merecemos. Y cuando lo perdemos, es porque no valía la pena, o porque así tenía que ser.

Total, ya va a venir otra cosa que, seguramente, nos va a traer el destino. O alguien nos va a correr la mesa de una vez por todas para que no sigamos golpeándonos. O no. Y en ese caso pasaremos por la vida sin haberla modificado en absoluto, pero sin frustraciones.

Porque en definitiva, la culpa la tiene la mesa.

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