sábado, 29 de noviembre de 2008

Mientras Tanto

Cuál es la diferencia entre inversión y gasto? Es fácil, economía básica. Si vamos a obtener un rédito, es decir, ganamos más de lo que pusimos, entonces es una inversión, sino es un gasto.

Cuando no se trata de la bolsa de valores, ni de si compro dólares o euros, sino de que hacemos con nuestra vida, pocas veces evaluamos lo que es inversión y lo que es gasto.

Destinamos horas a relaciones banales, a amistades que no suman, a trabajos que no van a ningún lado, pero es difícil salir de ahí, y es difícil discernir cuando estamos gastando demás…mientras el límite de nuestra vida no llegue, tenemos crédito.

Hablábamos con un amigo de una relación suya frustrada. Y como suele suceder por mecanismo de defensa natural en el hombre (más que en la mujer) me decía que él estaba bien solo, que estaba en una etapa que se sentía bien consigo mismo y que no tenía ganas de seguir gastando tiempo y emociones en relaciones que lo desestabilizaban y al final lo dejaban mal parado (si les suena conocido el discurso…es pura casualidad).

Y justamente…no es lo mejor en una relación? Esos momentos en los que uno no sabe donde está parado, hacia donde va, que le está pasando…lo único que sabe es que es maravilloso, y ojala que dure!

El tema es que hay que soportar la incertidumbre, no gastar el tiempo esperando a ver qué pasa, invertir en conocer al otro, en pensar para adelante, en desarrollar un sentimiento…y nunca lo hacemos, porque no queremos “invertir” en algo que no sabemos cómo va a salir (tampoco sabemos si el dólar subirá o bajará pero compramos igual). Y hay algo más difícil aun: para invertir en algo, tener un proyecto, tenemos que saber hacia dónde queremos ir…

Y asi seguimos, gastando nuestro tiempo, esperando que mágicamente y contra toda teoría económica un gasto se trasforme en una inversión y nos dé un rédito. O se nos termine el crédito.

Y nos perdemos el Mientras Tanto, que tan lindo es, en especial cuando Mientras Tanto peleamos por lo que queremos en la vida…o al menos invertimos para encontrarlo.

domingo, 9 de noviembre de 2008

La culpa la tiene la mesa

Me acuerdo el comentario de una amiga psicopedagoga cuando escucho a una madre consolar a su hijo que se había golpeado, pegándole a la mesa y diciendo “mala la mesa!!”. Su comentario fue: recuerden la cara de este nene y con dejen que sus hijas mujeres se acerquen a él cuando sea grande…

Obviamente, fue una broma, pero con una parte certera: cuantas veces pensamos que todo lo que nos pasa es por culpa de alguien, de “la mesa” de turno…y seguimos golpeándonos mil veces con la misma mesa, y nunca intentamos hacer algo diferente para dejar de golpearnos. Total, la que tiene que cambiar es la mesa, no nosotros

Recuerdo cuando después de mi segunda convivencia frustrada, y sin contar los tantos noviazgos que tampoco funcionaron, mi madre me dice: nena, estábamos hablando con papi…no podemos pensar que siempre es que no encontraste el hombre adecuado…vos también debes ser jodida!. Pobre mami, le llevó 39 años darse cuenta.

Y sí mami. La culpa no la tiene la mesa. Uno no puede esperar que venga EL Amor De Nuestra Vida y nos colme todas las necesidades, y nos saque todos los miedos, nos muestre el camino y la luz al final del túnel, y nos corra todas las piedras que dejamos ahí. Eso lo tenemos que hacer nosotros. Si no lo resolvemos, vamos a seguir con los golpes…

También nos pasa con lo bueno: esperamos que nos venga de arriba.

El trabajo? Está mal, no hay proyección, pagan poco…pero esperamos que nos venga a buscar la mega empresa, o que nos ofrezcan el negocio de nuestra vida. Y si no aparece, la culpa es de la mesa. O de los K.

Nos sobran un par de kilos? Es el metabolismo, no tenemos suerte. Si comemos re poco y engordamos. No importa si lo poco son Oreo bañadas en chocolate. O por otro lado, con las porquerías que comemos, si no pesamos 100 kgs, eso es también gracias al metabolismo.

El amor? Ya va a llegar, va a venir con un cartelito que diga “Soy YO”, y ahí nos vamos a dar cuenta que llegó para nosotros, ahí nos van a venir las ganas de hacer todo lo que no hicimos hasta ahora, y no necesitamos hacer nada ni para que llegue ni para mantenerlo: ahí está, y se va a quedar. Y si se va…la culpa es de la mesa.

Y así vamos por la vida. Sin buscar, aceptando lo que viene, esperando que venga, seguros que algo va a pasar, porque nosotros lo merecemos. Y cuando lo perdemos, es porque no valía la pena, o porque así tenía que ser.

Total, ya va a venir otra cosa que, seguramente, nos va a traer el destino. O alguien nos va a correr la mesa de una vez por todas para que no sigamos golpeándonos. O no. Y en ese caso pasaremos por la vida sin haberla modificado en absoluto, pero sin frustraciones.

Porque en definitiva, la culpa la tiene la mesa.