lunes, 7 de junio de 2010

Respuestas

Hace un tiempo me preguntaba si preferiría enamorarme de alguien como yo, o de alguien totalmente opuesto. Hoy aprendí que alguien que sueña como yo, le interesan las mismas cosas, y me acompaña en los valores es mucho mejor que una media naranja que me complemente. Y aunque sea igual de cabeza dura, a veces eso ayuda a perseguir con la misma fe los imposibles y convertirlos en posibles.

Una vez me pregunté si encontrar a una persona feliz, que disfrute inmensamente de la vida sería la fórmula de la felicidad. Y resulta que sí. Que no hay nada más contagioso que la felicidad. Y que no hay nada más sexy que un hombre feliz. Y que la felicidad compartida es un círculo vicioso.

Alguna vez creí no tener más fuerzas para volver a empezar. Y pensé que construir una pared propia en la cual apoyarse era mucho más seguro que apoyarse en alguien más. Hoy se que cuando se encuentra el amor, y esa persona demuestra que te ama, es imposible construir una pared más sólida que la del amor compartido.

Mil veces me pregunté si era tan difícil dejar el cerebro de lado y dejar actuar solo al corazón, sin que se rompa en pedazos. Hoy aprendí que el corazón puede romperse tanto si lo dejamos actuar como si lo congelamos. Y que si lo congelamos cuando se quiebra lo hace en mil pedazos. Y si mantiene la gimnasia, no hay nada que un amor de verdad no pueda reparar.

Siempre pensé que los príncipes azules desteñían. Y eso no estaba mal, era parte de las reglas de la vida. Hasta que me crucé con un príncipe tan pero tan azul que aunque destiña mil tonos va a seguir siendo azul.

Creí también que la vida te brinda oportunidades por única vez, y que si no las tomás, esa pasa, y hay que esperar a que llegue otra. Pero aprendí que a veces nos pone la misma oportunidad enfrente por tanto, pero tanto tiempo que en algún momento no nos queda otra que aceptarla. Y ahí descubrimos el porqué de la insistencia. Porque la vida es sabia. Y el cosmos ordena para que en algún momento sea el momento justo y el lugar adecuado.

Un día quise demandar a Hollywood por daño emocional al producir películas que hablaban de amores que parecían imposibles y se hacían posibles, porque creía que eso pasaba solo en Hollywood y a los románticos como yo nos hacía generar ilusiones de amores inexistentes. Pero me di cuenta que siempre es posible cruzarse con otro romántico que tiene ganas de hacerlo posible. Y ahí las novelas románticas del cine se quedan cortas ante la realidad que logramos.

Me preguntaba cuanto tiempo podíamos permanecer irracionales tirándonos de cabeza en relaciones sin garantía. Y encontré que cuando uno se enamora no hay nada irracional. Y puede durar para siempre.

Pensé que ya no era posible “desaprender” lo vivido y volver a amar como niños para sentir las ganas de decirle al otro “te amo hasta la luna” y no sentirse ridículo. Y era posible. Cuando estamos frente a algo completamente diferente a lo vivido antes, es imposible no desaprender. Y empezar de nuevo nos hace sentir y amar como niños. Y eso es algo muy cercano a la felicidad.

Y siempre quise saber si existe el amor para toda la vida. Y para eso aún no tengo respuestas. Lo que sí sé, es que por primera vez, hasta podría apostarle a quien sea….porque la vida sin un amor así, no sería vida.

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