jueves, 23 de mayo de 2013

Ovejitas y Carneros

2 de la mañana de un día de semana. Nos despierta un ruido, una puerta que se golpea. Mi marido va a ver que es. Obvio, una puerta que se golpea. Vuelve a la cama. Pasan los minutos…y surge una conversación más que ridícula para el día y la hora:

YO: Ufa, me despabilé
EL: Yo también, no puedo volver a dormirme
YO: Contá ovejitas. No te decían que contaras ovejitas cuando eras chico y no te podías dormir?
EL: Mmmno
YO: Probá! Yo tengo un tema…mis ovejitas saltan de derecha a izquierda, no sé por qué. Tus ovejitas como saltan?
EL: Las mías no saltan, dan vuelta carnero…(cuak!)
Y con una sonrisa me quedo pensando en cuanto lo quiero…

Como sigo sin dormir, empiezo a recordar algunas cosas que vengo aprendiendo, de un señor llamado Carl Rogers que inventó eso del enfoque humanista en la psicología. Nuestro amigo Carl dice que lo que sana en una relación es el vínculo. Y que para que ese vínculo sea sano, debe estar basado en la empatía, en la aceptación incondicional del otro y en la congruencia. Es decir, tenemos que saber ponernos en los zapatos del otro pero sin olvidarnos que es otro, debemos aceptar al otro como es y con lo que viene, aunque no signifique aprobar, y finalmente, debemos mostrarnos como somos, para que esa transparencia genere confianza en el otro.

Obviamente, Carl Rogers se refiere a relaciones de consultor-consultante, o psicólogo-paciente, y no a relaciones de pareja. Pero…que mayor demostración de empatía es acompañarlo en su insomnio? Y no lo estoy aceptando incondicionalmente cuando me entero cuán raro es que siendo chico no contaba ovejitas? Y respecto a la congruencia, imposible ser más congruente que confiándole a tu marido a las 2 am que tus ovejitas saltan de derecha a izquierda…

Pero más que estas reflexiones banales, me quedo pensando…cuánto mejor serían nuestras relaciones si utilizáramos los principios de Rogers en nuestra vida diaria? No sería mejor empatizar con el otro antes de decirle siempre lo que tiene que hacer, como si fuésemos los únicos dueños de la verdad? Tanto cuesta bajar los niveles de nuestra rigidez para entender al otro? Y entender no significa complacer, o ir en contra de nuestros deseos, porque eso sería no ser congruente…

Y cuantas veces evitaríamos problemas si aceptamos al otro con lo que viene, sin intentar cambiarlo.

Y cuanto tiempo nos ahorraríamos si nos mostramos desde el principio tal como somos, sin armar una máscara que no podemos mantener en el tiempo, y que seguramente cuando cae termina desilusionando a ambos?

Imagino que la intención de Rogers fue únicamente expresar su fórmula para una buena terapia psicológica, pero creo que estuvo muy cerca de encontrar la fórmula del amor duradero…o al menos la fórmula que funciona para mí, más allá de si las ovejitas saltan o dan vueltas carnero…

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