jueves, 26 de marzo de 2009

Decisiones

Siempre fui una persona sumamente expeditiva en la toma de decisiones. Tanto en lo laboral como en lo personal, si algo me parecía que no funcionaba, siempre intentaba cambiarlo. Y rápido, antes que la molestia se convierta en problema.

Obviamente, mi mente analítica se encargaba de evaluar previamente todas las soluciones posibles, me obligaba a aplicarlas y solo cuando se aseguraba que no funcionaban, ahí sí, la decisión no tenía vueltas.

Mientras tanto, como es la única manera, el corazón quedaba fuera de esto…sino era imposible ser racional. Y como cuando uno anula el corazón todo es más fácil…bingo!

Siempre funcionaba así. Por lo cual, mis parejas tomaban mis charlas con ellos como un reclamo más…no le daban importancia…y terminaban sorprendidos por la decisión tomada. El duelo yo lo vivía antes…y ellos después.

El problema es que ahora perdí el botoncito del switch. No puedo apagar al corazón. Se niega. No hay ningún argumento que lo calle. Y aún con sentimientos muchísimo menos fuertes que antes, no logro decidir nada racionalmente.

Estoy tratando de negociar, proponer paritarias, una tregua…pero nada. El sindicato está a full y no hay acuerdo que valga. Sigue ahí. Y cuando creo que lo racional le va a ganar…no hay forma. Algún sentimiento aflora…resulta que el otro hizo la jugada adecuada…le cargó las baterías al cuore…y todo va para atrás,

Y como cuando uno abandona el gimnasio por un tiempo, el problema se extendió a todos los ámbitos de mi vida, y en este momento me siento absolutamente incapacitada para la toma de decisiones si esas implican un cambio en mi vida.

Un amigo me dice: si te sirve de consuelo, la mayoría de las decisiones que tomamos producen en nuestra vida exactamente el cambio opuesto al esperado.

Pero no me sirve de consuelo. Eso de sentarme a esperar a que las cosas cambien por si mismas está muy lejos de mi naturaleza…o al menos lo estaba.

Creo que tengo que comprar un sillón más cómodo…o hacer revisar el tablero…creo que ya se me saltó la térmica.

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