jueves, 12 de marzo de 2009

Irreflexionando

El amor es el conflicto entre los reflejos y las reflexiones. Eso dijo un tal Magnus Hirschfeld, sexólogo alemán que allá por el 1900 desarrolló la teoría del tercer sexo.

Es más que cierto que existe un conflicto entre ambos, pero creo que el amor se nutre de los reflejos más que de las reflexiones, y se destruye cuando empieza el conflicto entre ambas.

Si pudiéramos dejar todo librado a los reflejos, el instinto y los sentimientos más básicos harían que la relación de pareja sea idílica, y seguramente nos atreveríamos a llamarlo amor.

El conflicto ciertamente aparece cuando dejamos aparecer nuestro lado racional y empezamos con las reflexiones. Y ahí descubrimos que no todo es color de rosa, que la realidad muchas veces nos transforma una relación idílica en un imposible…y eso de que el amor todo lo puede, debe existir únicamente adentro de la burbuja de Michael Jackson.

Y descubrimos que cuando estamos en pareja, y dejamos de lado el afuera, todo es instinto, entonces si hay piel y conexión, se transforma en perfecto…hasta que empieza a aparecer la realidad, y reflexionamos, y descubrimos que es mucho lo que nos separa, a pesar de los reflejos que nos unen.

Entonces empezamos a sufrir el tironeo entre los reflejos y la reflexión, y ahí, así como con la pelea eterna del angelito y el diablito intentando guiar nuestra vida, quedamos a merced del que gane la batalla…

Si logramos mantener la razón afuera, seguramente seremos más felices, con la felicidad que suele facilitar la inconsciencia, pero cuanto tiempo podemos mantenernos irracionales?

Es una batalla despareja, en especial en estos tiempos de individualidades, presiones, stress…

Podríamos probar levantar la bandera blanca, dejar que las cosas fluyan, entregarnos a los instintos…total, para reflexionar siempre hay tiempo, en especial cuando los reflejos empiezan a fallar...

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