domingo, 13 de septiembre de 2009

Tormentas

Freddie se preguntaba si existían las tormentas de amor. Dado que hay tormentas de granizo, de viento, de ira, de ideas, de ánimo…porque no de amor?

Y así me las imagino.

Las tormentas de verano, que son las que llegan de golpe, inesperadas, nos encuentran sin paraguas, sin un techo…terminamos empapados, pero se van rápido, sin demasiado daño y finalmente nos dejan un arco iris en el alma, tan lindo que queremos que se repita. Me recuerdan a ciertos amores que no eran lo mismo sin esas tormentas esporádicas, aquellos con los que necesitaba un sacudón de vez en cuando para volver a sentir lo lindo que era que salga el arco iris.

Las tormentas tropicales, de esas que sabemos que todos los días a las 5 de la tarde generan un chubasco, las vemos venir. Son tan predecibles que nos dejan tranquilos, disfrutamos todo el día, a las 5 abrimos el paraguas un rato, pasan..y vuelven al día siguiente. Son esos amores que se vuelven tan predecibles que nos aburrimos, o ya ni nos acordamos que el otro está. O en espíritus menos inquietos, son los que duran toda la vida.

Las tormentas de invierno. Esas que duran demasiado, que nos generan un frío que no lo calma ninguna calefacción , y que rogamos que terminen y no vuelvan más. Pero no las podemos evitar. Amores tormentosos, sin arco iris, que ya no vuelven jamás a compararse con el día de verano que seguramente era en un principio.

Y finalmente están los huracanes. Empiezan con un día de sol radiante, con una calma espectacular y terminan destruyendo todo.

Amo los climas tropicales, debe ser por eso que soy tan propensa a las tormentas y huracanes. Y así como no nos explicamos como hay gente que vive en zona de huracanes y acepta que su casa se destruya cada tanto, así me siento yo con los amores.

Con tal de vivir el calor y la calma que la precede, acepto que de vez en cuando las tormentas me destruyan el corazón. Y no puedo vivir con la tormenta tropical que se cuando viene, ni con las de invierno que me dejan el alma desolada, ni con las tormentas de verano que terminan demasiado rápido.

Soy capaz de tolerar un huracán de vez en cuando si eso me permite disfrutar del clima tropical. Y no cambio la calma que precede a la tormenta por nada en el mundo. Los amores que son tan fuertes como para generar un huracán son los que más añoro en la vida, a pesar de que son los que más heridas me dejaron en el alma…

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