sábado, 24 de enero de 2009

Jaulas

Libertad. Nos llenamos la boca pidiendo, reclamando, sufriendo por no tener la libertad que queremos.

Nos sentimos presos por el trabajo, que nos impide disfrutar más de la vida.

Nos creemos dentro de una jaula cuando estamos en pareja porque eso de pensar de a dos nos condiciona.

Definitivamente, nosotros queremos libertad, pero nos gusta que los límites no estén lo suficientemente lejos como para que no los veamos. Necesitamos desafiarlos.

Entonces nos creamos nuestras propias jaulas, para tener barrotes para golpear y tirar abajo. Y cuando lo logramos, y al fin escapamos de esa jaula, es solo para meternos en otra distinta…la libertad sin límites para desafiar no es lo mismo.

Si estamos en un trabajo en relación de dependencia (nada más lejos de la libertad) luchamos para ser nuestros propios “dueños”, para terminar trabajando aún más horas que antes y aún más atrapados…

Si estamos en pareja, en esas relaciones agobiantes y sin sanos individualismos, tenemos el ideal puesto en salir todos los días, emborracharse con amigos, volver a la caza…y cuando decidimos recuperar nuestra libertad, terminamos atrapados en otra jaula, la de no poder parar, no poder decir que no a un amigo, no poder dejar de cazar para comer…

Alguna vez deberíamos aprender a dejar la puerta de la jaula abierta, y descubrir que la libertad consiste en elegir a diario cuando entrar y cuando salir.

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