lunes, 4 de agosto de 2008

Sin respiración…ni anestesia

Que extraños son los recuerdos que atesora nuestra mente. Cuan influenciados están con nuestros sentimientos, que nos hacen pensarlos diferentes de lo que posiblemente vea un observador neutral .

Estaba hablando con un amigo acerca de lo fácil que resulta para algunos y difícil para otros el expresar los sentimientos, el tirarse de cabeza a las relaciones, y que impacto tiene eso sobre nuestra vida, y también sobre nuestros afectos.

Soy de las que se tiran de cabeza, por eso paso la vida llena de chichones que cuando se curan me olvido y me vuelvo a golpear y sale otro, y otro, y no logro ni siquiera que tanto chichón me genere una coraza para que el próximo duela menos.

Entonces le pregunto a mi amigo, que es de los duritos que no se tiran porque un chichón lo rompería en pedazos, cuantas mujeres en su vida le habían quitado la respiración con solo tocarlas…obviamente, el durito se guardó sus conclusiones…pero me hizo pensar…y ahí explotaron los recuerdos.

Y como estos recuerdos se buscan en el cajón del corazón y no de la mente, surgen en seguida…y conté 3…sólo 3 dejaron en mí ese recuerdo…con solo pensarlo realmente se me aceleraba el cuore…

El tema es que a algunos de ellos los volví a ver, pero el efecto ya no es el mismo, se esfumó…aunque estoy segura que la menor chispa avivaría el fuego de nuevo, solo sería cuestión de apagar el cerebro por un rato, y eso a mí, que soy tan impulsiva como para una poner una fábrica de chichones, me cuesta horrores cuando me lastiman (algo del chichoncito debe quedar adentro y me activa algún semáforo neuronal). Y es una pena, porque la sensación es difícil de igualar, y eso deja en inferioridad de condiciones a varios prospects que no pueden competir.

Y aunque sepamos que es una sensación que no dura, que no es la realidad de la convivencia, que tiene sus bemoles, pero puede llegar a ser maravillosa, nos seguimos aferrando a revivirla. Y cuando pasa el tiempo y no la tenemos, y como revivirla con el que nos aguanta los llantos, olores y humores es mucho más difícil, salimos corriendo a buscarla en otro lado…y volvemos a estrenar chichón…

De todas formas, volvería a sufrir los miles de chichones de mi vida, solo por el placer de sentir que ya no respiro cuando me toca…

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