domingo, 14 de diciembre de 2008

Y tu amor mi enfermedad

Es curioso como nuestro cuerpo y nuestra mente reaccionan parecido cuando algo quiere alterar su orden natural

Asi como contra un virus, nuestro cuerpo se defiende generando defensas, cuando alguna vez alguien se mete en nuestra vida para alterarla de alguna manera, nuestra mente reacciona y empieza a levantar barreras para defenderse.

Todo está bien cuando alguien pasa por nuestra vida sin alterarla demasiado: es como esos resfríos que solo provocan un par de estornudos, y se van como si nada, sin secuelas ni cicatrices.

Distinto es cuando llega ese alguien que nos mueve todas las estructuras….repasemos los síntomas:
- Pérdida de concentración (imposible pensar en otra cosa…)
- Calambre de los músculos faciales (sonrisa estúpida que no la borra nada ni nadie…)
- Pérdida de ubicación en espacio y en tiempo (el entorno desaparece y ni idea de la hora que es, de si hay alguien alrededor…)
- Pérdida de apetito (ya eso es grave…)

Si le llevamos todos estos síntomas a un neurólogo, seguramente quedamos internados en evaluación, aunque si se lo contamos a una amiga, el diagnóstico es seguro: peligro de enamoramiento inminente…

Y de la misma manera que el cuerpo se defiende ante un virus, la mente levanta barreras, empiezan los miedos, se levantan defensas…es muy difícil tirarse a una pileta sin saber siquiera si tiene agua. Y aunque lo más probable es que el conjunto de síntomas también apaguen todas las señales de alerta y nos tiremos igual, el miedo inconsciente a los chichones y las cicatrices muchas veces nos juega una mala pasada…

Ahí tenemos varias alternativas de reacción, de acuerdo a lo fuertes que tengamos las defensas: podemos seguir con nuestra vida de siempre esperando que esos síntomas que nos desestructuran se vayan y podamos volver a estar “sanos”. O tomarnos la pastillita de la huida asi nos curamos. O nos dejamos llevar, disfrutando los síntomas… y rogando que nunca se nos pase

Es que es necesario mantener las defensas bien bajas para que nos ataque el amor…y es tan difícil en estos tiempos de Actimel, que ya hasta intento negarme a reconocer los síntomas…

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